Agosto. Santander. Barbacoa.
Entre los asistentes hay cántabros, bilbaínos, catalanes, castellanos y madrileños.
Es inevitable que a lo largo de la velada surja el tema del nacionalismo. El vasco comenta que los políticos crean problemas ficticios que no tienen nada que ver con la realidad del hombre de la calle.
Todos confesamos que no comenzamos la jornada deseando la muerte a los catalanes, los vascos o los españoles. En estos días, un crucero ha salvado la vida de cientos de inmigrantes que viajaban en pateras. África nos invade. Uno de los castellanos comenta que en un futuro no muy lejano, catalanes y madrileños- por poner un ejemplo- se verán obligados a ver las semejanzas que hay entre ellos, en lugar de rebuscar diferencias en el baúl de los recuerdos.
Los catalanes dicen que no sería tan fácil tener esta conversación en Cataluña, otro tanto sucede en el País Vasco. Han tenido que esperar a estar fuera de sus fronteras naturales para decir lo que realmente piensan.
0 respuestas a «Nacionalismo y gente corriente»
Me gustaría ser provinciano para poder culpar de todas mis desgracias a Madrid. Bueno siempre puedo intentarlo con Bush. Cada vez que se joda el tren, o se vaya la luz, o me pierdan una maleta, la culpa es de los burócratas de Washington.
-¿Y Bruselas?
-Coño, también. Con tal de tirar balones fuera y adular al cacique local.
-Lo malo de eso es que siempre vas a necesitar al otro para que reciba las bofetadas.
-Exactamente.
-¿No eres un poco cobarde manipulador de la pradera?
-¡Fascista!