por Claudio Molinari presidente de la AAAI! (Alianza Anti Arte Internacional)
El arte no siempre sorprende. Unas veces nos deja boquiabiertos por su falsa entidad (el abstracto geométrico), otras por su carácter espumante (las burbujas de emoción duran menos de un minuto y medio).
Pero Damien Hirst –autor de las medias ovejas, los tiburones congelados y las tripas gigantes— tiene el oscuro don de obligar a la gente a sacudirse el cerebro, a pensar y preguntarse si el arte hoy no es más que una ruleta que en la que, en vez de a un número, el artista apuesta a un objeto absurdo.
Este cráneo que ven lleva incrustado más de 8000 diamantes, su creación costó unos cuantos millones de dólares. Y al parecer ya hay dos imbéciles dispuestos a comprarlo con el correspondiente sobreprecio, seguramente pertenecen a la misma calaña de quienes hacen campos de golf en Málaga, pistas de esquí en el desierto y emprendimientos inmobiliarios como el de las islas artificiales de Dubai.
Algún genio de la galería de Hisrt explica que la obra “es una protesta contra el comercio de diamantes de sangre”. A mí, en cambio, me sugiere una declaración más orientada a la propuesta occidentalizante de ‘lujo o muerte’. O acaso el precio exorbitante de la odontología.
0 respuestas a «joyas de nuestra civilización #04»
comparto los reparos del autor del artículo, a mí también me parece escalofriante. Pero ¿qué es el arte? ¿Es crear belleza?¿Es provocar? En este caso, el autor ha creado algo hermoso- los diamantes lo son- sobre algo escalofriante: la calavera, la muerte.
Es hermoso y provoca una sensación, desagradable la mayoría de las ocasiones entonces. ¿Es arte?
El autor del artículo, quizá sin saberlo, ha entrado de lleno en la propuesta de Hirst. Conmocionar y provocar el sentido crítico del espectador, son dos de las premisas esenciales de su trabajo.
Por otra parte, siguiendo la acertada reflexíon de Dulcinea, el oxímoron repulsión-atracción, es un valor estético de enorme fuerza en esta obra. La calavera, como motivo -memento mori- es un clásico de la tradición plástica europea, y desde sus orígenes, el hombre las ha utilizado por su valor simbólico en sus ritos y ceremonias.
En cuanto al mercado del arte, es una completa locura, exactamente igual que cualquier otro mercado.
Y, finalmente, en mi opinión, esta obra tiene el interés de ser sigificante y representativa de la sociedad y el momento en que ha sido producida. (¿frívola, cruel, inmoral, deshumanizadora, kitch, perversa, pueril, arrogante? -se me ocurren al menos veinte adjetivos más-) Todo eso es lo que, modestamente, creo que Hirst consigue comunicar con especial agudeza y por eso provoca reacciones airadas.
Hay un gran díalogo en una película sobre Van Gogh de Robert Altman. Discutiendo con Gaugin, éste le reprocha:
-Creo que pintas demasiado rápido
y Van Gogh contesta:
-A mí me parece que eres tú el que mira mis cuadros demasiado deprisa.
8.000 diamantes…
Para mí… es arte, pero un arte bochornoso… un arte que me ciega y no me deja sentir la esencia ni la fuerza magnetica electrizante de lo que yo siento como arte, y que me muestra la macabra e innecesaria prepotencia comercial y nada substancial de esta sociedad en la que todos somos complices y partícipes vanagloriando su equivocada belleza y falsa inteción…
Sabeis la estupidez que me sugiere:
«Que es como limpiarse el culo con billetes de 500 €, haciendo grandiosa demostración en público y una burlesca ostentación de llamar la atención »
8.000 diamantes… indudablemente que tienen su arte… si que lo tienen, pero «como que provocan vergüenza»… ¿o no?
molinari..eres mi héroe. Un beso con arte pa ti!