por Tímido Celador
Charlie ha descolgado de la pared el obstáculo que le impedía seguir las peripecias sexuales del Guru, y no se pierde una visita de Laura.
– La Ninfulana le ha resucitado- me dice a modo de resumen justo cuando salgo para comer con ella, aunque él no lo sabe.
Durante la comida, Laura demuestra una desmedida admiración por el Guru, parece que está realmente enamorada de un hombre que podría ser su abuelo. Santi esto, Santi lo otro, Santi por aquí, Santi por allá.
Y a los postres no he podido callarme.
– Pero ¿no te da un poco de… de…de… repelús que sea casi cuarenta años mayor que tú?
– Pues… no te lo vas a creer… Pero cuando estoy con él, no me doy cuenta de que nos separa tanta edad. ¡Ya quisieran muchos de treinta!
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0 respuestas a «El Guru y otras hierbas, 53»
Estoy con Laura. Considéralo traición o rebelión, me da igual.
Nada de repelús mon chéri; más bien todo lo contrario.
Si eres listo, puede que aprendas del Gurú…
No sé yo si éste tiene ganas de aprender algo o prefiere ser sólo un mirón de las vidas ajenas. ¿para contarlas después? No será el primer escritor con una insignificante vida sexual: la castidad inpira mucho
Da un poquito de juego hombre…
Bueno, ya está bien ¿no?
Quince días esperando veinte líneas: ¿es algún tipo de prueba para ejercitar la paciencia?
No respondes, no escribes, no existes. ¡VUELVE Tímido Celador!
¿Eh? ¿Es a mí? Creía que decías que la castidad da un poco de juego, no que estuvieras hablándome.
Eres insaciable, jejeje.
Ya sabes que me gusta desnudarme poco a poco, si me pides que me quede en pelota picada rápidamente, me asustaré y saldré corriendo.