Por Pedro Lluch
Si Vinteuil es el músico y su sonata para piano la banda sonora de la obra, si Elstir es el pintor, Bergotte, él, es el personaje escritor de À la recherche du temps perdu. Mediante estos tres personajes, el narrador, de nombre Marcel, y con él el autor, Marcel Proust, se permiten comentar el arte de ese fin de siglo no tan lejano y exponer sus convicciones estéticas.
Bergotte, mayor y quebrantado por la vejez- padece de uremia,- ha leído un artículo en la prensa que daba cuenta de una exposición con cuadros de Vermeer, y se acerca al museo a contemplar la Vista de Delft del pintor flamenco, para apreciar un paño de muralla amarillo que el articulista había reseñado y que nuestro personaje no recordaba. Allá, frente al cuadro, dirá: «Así debiera haber escrito. Mis últimos libros son muy secos, hubiera tenido que añadir algunas capas de color, hacer mi frase en si misma más preciosa, como este petit pan de mur jaune». Y cae al suelo fulminado y muere.
Esta muerte es uno de los momentos de la novela que los lectores de Proust a menudo recuerdan. Y su lección también: debe el escritor cuidar de cada una de sus frases, aborrecer la fría mecánica sintáctica y no contentarse con ella; dar color, poesía, a cada una de sus frases, para evitar ser rudo, seco.
Italo Calvino, en cambio, en Lecciones americanas, propone unos valores para la Literatura del siglo XXI: Ligereza, Rapidez, Exactitud, Visibilidad, Multiplicidad, y Consistencia. Parecen los valores propios de la cultura Internet. Son, desde luego, los parámetros en que se mueve, o parece moverse, la escritura en nuestro tiempo.
Yo, sin embargo, tengo mis dudas. Sé que quien planta un manzano no debe esperar cosecha antes de los tres años que requiere el árbol para madurar. Y que no hay ligereza en las tareas del campo que se necesitan para que los frutos sean buenos: la manzana es fruto de arduo labor, de cuitas diarias, de podas rigurosas, de días de niebla y noches en vela temiendo la granizada. Sé que quien planta una encina trufera no tendrá el preciado fruto de la tierra si no han pasado antes doce o quince años. Sé que quien mira las cosas con detenimiento y conciencia no podrá asumir la exactitud como valor. Y sólo serán dos, no más, los ojos con que miro al mundo en rededor. Y sé que me daría por satisfecho si lograra asumir mis propias consistencias.
Yo, me temo, soy más bergottiano que calvinista. Antes bizarro que sencillo.
0 respuestas a «Bergotte o Calvino»
me encontre con tu blog de casualidad, perdiendome en las páginas de «en busca del tiempo perdido», me encontre con ese nombre de un supuesto escritor(admirado por el narrador y desconocido totalmente por mi), que no imagine fuera un personaje. Asi que nada, gusto encontrarme con tu reflexion.
seguire perdiendome en ese mundo proust.
Estoy totalmente de acuerdo contigo. El lenguaje que propone Calvino es propio del periodismo no es el lenguaje del arte.
El lenguaje que explique, que trascienda, que sea el espejo del mundo sin caer del todo en él.
Las palabras, a veces aliadas y otras traidoras, insuficientes para expresar la textura de la piel… qué no daría a veces un escritor por pintar y viceversa.
Pero la auténtica dicotomía está, creo, entre quiénes transmiten y quiénes no…el resto es cuestión de estilo.
Ines
«entre quienes transmiten y quienes no»: el problema radica en la dificultad de evaluar esta transmisión. El Arte es un proceso complejo en el que intervienen muchos factores (emisor-medio-mensaje-receptor).
La «transmisión» del mensaje queda en manos del «receptor», puesto que, por mucho que el emisor emita, no habrá transmisión ninguna si no acontece la recepción. Y luego está la valoración del mensaje: éste puede tener un valor a la salida (cuando es emitido), pero adquiere otro cuando la transmisión ocurre: es el valor añadido por el receptor.
Por ello soy del parecer que el emisor debe centrarse en la elaboración del mensaje de acuerdo con el medio escogido. El escritor debe elaborarlo siguiendo las normas (o rompiéndolas y reinventándolas) de la Literatura; el cineasta las del Séptimo Arte. Y sólo en tanto el autor esté convencido de que el mensaje está bien elaborado (elaboración artesana, cuidadosa, coherente consigo misma, labor ingenieril a veces, brochazo loco otras, pero coherente) tiene, este mensaje, posibilidades de «llegar», de alcanzar al receptor y, por lo tanto, de transmitir (ideas, emociones…).
«The rest is silence».
hola actualmente estoy pintando una serie de cuadros hiperrealistas para sustentar mi tesis de graduación de la licenciatura en artes plásticas y leo un libro «vida y muerte de la imagen» de Regis Debray donde menciona a Bergotte, el libro es muy interesante me interesaria mantenerme en contacto con ustedes.
gracias
Hay que decir, que más allá de sus dichos, Calvino es un escritor refinado, que busca la delicadeza que hay en los sueños y en el inconciente. Desgraciadamente, la profundidad que alcanza Proust con la morosidad de su prosa, no es moneda corriente. La mayoría de las obras morosas, son sólo eso, obras morosas. No hay dicotomías entre los dos: es literatura, esa escala sin seguros por donde anda el arte.