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CUADERNOS DE INQUIETO

Por César de las Heras
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Hacia el sur y los restos.
Conciencia de hotel
Patio en sombra con sus fachadas reflejadas en mesas de cristal.
Para desayunar un humo conocido
Un cliente insatisfecho
Me llegó tu mensaje de mañana
Ya me recuerdas
Se agitan los arbustos en sus cuencos de barro
Viento moderado.
Ligero, alargado, vasco
Con cuerdas altera el curso natural de los sonidos
Ha sido la palabra laguna
Y éste once de mayo caluroso
Tatuado a la espalda y pensativo me marcho
Márgenes en blanco de los que huyo
Ahora vuelvo.

Para ti ya es tarde
La droga vale, en su bandera estás
El dolor merece ser interpretado al final del invierno
Y para los que huyen
Bueno es el silencio.

Miremos a otro lado
Ahora la espalda está tatuada
Dolor físico situado en el centro de la espalda.

Dejaremos que pasen los meses y regrese tu peso
No es bueno engordar
Al menos mantengamos las formas
Otras caricias, una intensidad similar
Otro volumen, manos sin pulseras

No somos tan buenos
Las mentiras hacen un ruido escandaloso
Y menos mal.

La mesa, lienzos reflejados
Mis All Star verde oliva
Un Nestea con cara de limon.
Creo cigarrillos de Manitou anaranjado
habitación 303, hotel Nivaria.

Sigo el humo haya dónde va
Si soplas fuerte me disipo
La tarde me trata con gran delicadeza
La brisa hace que las hojas digan no

Miro a la calle.
Siento tristeza
Ese culito pasó sin ser palpado
Gira a la derecha, se va.
Me satisface

En mi mente ese culito tinerfeño
Será un icono muscular
No lo veré más
Me agrada

La gravedad en mi no influye

Se dejará llevar mi niña, y una tarde
Cuando ya no seamos como fuimos
Recordaremos de la línea vertical
Los blandos espacios circulares
Somos variables

In memoriam.

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