por hijadecristalero
Olvidemos que son las hijas de nuestro Presidente.
Analicemos la fotografía como la de cuatro adultos que, se han vestido para parecer gente de bien; y dos adolescentes que se han vestido de malas malísimas, góticas o mamarrachos, lo dejo a vuestra elección, para marcar la diferencia con los adultos, esos idiotas.
La adolescencia es una edad rara y sólo por esa razón hay que comprender a las niñas, que viven una situación muy anormal.
A mí me dio por lo hippie y lo maldito, quería parecer una yonqui de colores felices, aunque mi aspecto rotundo y saludable dejaba al descubierto mi impostura. Llevaba siempre la ropa más desgreñada que podía, lo que siempre era motivo de bronca en casa, cada vez que mi madre me gritaba: ¡pareces una drogadicta!, yo pensaba ¡bingo! . Aunque, desde luego, mi padre jamás me habría permitido acompañarle a un viaje de trabajo con semejantes trazas. Si quieres venir conmigo, tendrás que peinarte, me habría dicho. Y yo, para conseguir lo que quería: ir con él, en señal de respeto, habría dado a mi padre la alegría de vestirme de niña buena para ir a ver a los clientes. Claro que, mi padre era un carca de esos que creen que los padres y los maestros deben tener autoridad, y mi madre se encargaba de imponer disciplina en casa. Yo pertenezco a esa generación a la que los padres tuvieron la amabilidad de no mentirnos y explicarnos la vida de manera clara y tajante: el que algo quiere, algo le cuesta.
Vuelvo a mirar la foto de las niñas, que podrían ser, por edad- aunque no por pintas-, amigas de mis hijos. También mi niña se pone como una foca en cuanto entra en barrena, si bajo la guardia puede pasarse días enteros comiendo y viendo la televisión. De modo que cuando está pasando una mala racha, tengo que dedicar muchas horas a hablar con ella, a imponer una disciplina de horas de pantalla, horas de deporte, horas de estudio, a discutir, a regañar. A preocuparme.
Las niñas anónimas de la foto tienen un problema de sobrepeso que, a juzgar por el extraordinario aspecto de sus padres (a ellos sí los conocemos), no responde a una herencia genética, sino a una vida de ameba frente al ordenador, la consola o la tele, siempre con un refresco y una bolsa de patatas, unas chuches o un helado bien cerquita. A una vida de adolescente dejado de la mano de Dios, porque sus padres trabajan doce horas al día fuera de casa para poder seguir pagando la hipoteca, las patatas, los refrescos, las chuches y el helado.
Y ahora, recordemos lo que al principio de este artículo hemos olvidado:
esas niñas son las hijas de nuestro Presidente.
0 respuestas a «Las zapagóticas»
Conclusión: si ese desgobierno tiene en casa…¿cómo tendrá el país?
Si, realmente es una edad difícil y muchísimos padres pasan por la penitencia,(tienen menos riesgo las familias del opus), de ver a sus hijos tuneados durante esos años adolescentes,yo misma estuve algunos años disfrazándome con las camisas de mi padre.
Lo que realmente no entiendo es el mimetismo de la mamá que contribuye a que la estética sea patética. Si hubiese elegido el color rojo para su vestido, junto con el gualda de la Sra. Obama, hubiera sido una foto casi patriótica que taparía muchas sonrisitas.
Me viene a la cabeza lo que nos dijeron durante toda la vida:» No juzgues a la gente por su aspecto, las apariencias engañan, lo importante es ir limpitos»
Una de las cosas que odié siempre de mi país, aparte de la envidia (en mi opinión nuestro pecado capital), fue ese exceso de vergüenza ajena que viene del «que dirán», que a su vez deriva de un entramado de complejos varios. Tanta historia con que si góticas, obesas, churras o merinas………que importancia REAL tiene esta foto, este tema. Dios nos libre de familias sin «obejas negras o góticas»
Vamos a ver, esas tías son menores y, dado que estamos en septiembre, deberían estar en la escuela o comprando la píldora abortiva sin permiso de sus padres, pero no allí. Si las hijas de Obama no salen en la foto es porque están estudiando, como tienen que hacer.
Segundo, si representas a tu país en un acto oficial, te vistes como hace falta, no de gótica. Las payasadas en la noche madrileña y con veinte whiskies encima si quieres, pero no en Washington. Qué vergüenza, por favor.