Miguel Pérez de Lema
Una inteligencia extraordinaria, una facilidad insultante para el cálculo matemático, que con su cuerpo pequeño y su cabeza un poco grande le han dado siempre el aire del niño prodigio. Probablemente lo fue, aunque en su momento se le daba menos trascendencia a los síntomas que lo marcaban como rarito.
El niño prodigio además de su naturaleza repelente de sabio con voz de niño, de memorión con criterio de niño, tiene como todo superdotado algo de pasivo que le hace pasar inadmirado, incluso ser digno de misericordia. Es un prodigio casi a pesar suyo al que nadie considera capaz de actos prodigiosos más allá de los que su deformación natural le permiten sin mayor esfuerzo. No importa mucho si se posee una altura enorme, una fuerza enorme, un pene o un cociente enorme. El superdotado vuela como vuela el pájaro porque tiene alas o respira bajo el agua gracias a sus branquias como el pez payaso, pero es un ser gris encerrado en su excelencia anómala y solitaria.
La escopeta que le ha prestado para la cacería el presidente ejecutivo para la Península Ibérica de Technics Absalon Ltd., Walter F. Lindmann, un hombre blanco de Texas y de más de dos metros de altura, tiene el inconveniente lógico de estar desproporcionada con su cuerpo de niño. El directivo estrella, dos veces ingeniero, general victorioso de la nueva Roma, está disfrazado de camuflaje, con las botas hundidas en el barro, escondido en un puesto de tiro tras los rebollos y más solo que la una sin su abrigo de ayudantes de cámara. Parece que ha escapado con la escopeta de su padre y piensa en su estampa ridícula. Ahora debe, además, apretar el gatillo demasiado grande y duro para sus pequeños dedos. Abatir un noble macho de siete puntas que ha acudido a ponerse a tiro acosado por la jauría de sabuesos. Se elimina con peor conciencia a un bello ciervo que a 10.000 obreros. A 10.00 obreros se los suprime con el rigor de la aritmética, -la eficacia es otra forma de ser honesto, tiene dicho- pero a este macho ha venido a matarlo por compromiso.
El macho está ahí enfrente, inmóvil, con la testuz baja. Después eleva el cuello lentamente y fija su mirada en el puesto. Entonces muere. Cae lánguidamente como cae un edificio volado por artificieros. El directivo ha sentido la descarga de adrenalina. Un fuego breve que invita a repetir. Después, al ir a cobrar la pieza ha vuelto la mirada cuando ha visto la sangre.
El directivo ha disciplinado sus espacios de ocio y está escribiendo un libro. Un modelo de empresa. Lo comenzó tras la reunión de beneficios del primer trimestre y lo acabará el día de Navidad o de Año Nuevo –dependiendo de compromisos-.
Trabajadores a los que la empresa mantendría de por vida, no sólo durante su vida laboral, sino antes, pagando su formación, y después, garantizándoles la vivienda y la manutención. La empresa se arroga en compensación el derecho a ser indemnizada económicamente si el empleado decidía abandonar la compañía. El sistema logra que la maquinaria productiva de cualquier empresa multiplique sus ciclos y crezca indefinidamente.
Cuando puso el punto final al tercero de los cinco apartados de su libro, volaba sobre el Atlántico. Miró sobre el hombro de su secretaria, que hojeaba a su lado en una revista de viajes. Bajo aquellos dos pechos firmes, había dos botones de la camisa convenientemente sueltos, y realzados por doscientos dólares de lencería de seda negra, se abría un artículo sobre Egypt Civilization. Su incipiente erección, equilibrada respuesta a un estímulo visual, se vino abajo cuando cayó en la cuenta de que sus sistema ya había sido empleado en la antigüedad y consideró que era mejor su nueva denominación que la clásica. El olvidado Sistema Esclavista pasaba a llamarse FBR -Feed Back Retribution-, que en su versión en castellano llevaría el subtítulo de Retribución Evolutiva. Antes de terminar el tercer capítulo las dos grandes editoriales americanas de literatura Management ya le habían asegurado publicarlo. Sólo tendrá que elegir.
0 respuestas a «La nueva Roma»
Aunque sea interesante el planteamiento y asunto de fondo de un texto se puede echar a perder con un detalle.
Cuando se escribe de algo que no se conoce a fondo, es mejor documentarse para no provocar ataques de risa. A menos que sea pura ironía la imagen del tío matando un noble macho de 7 puntas: es decir, un vareto, un macho muy joven al que no se debe tirar. (Cuenta las que tiene el macho de la foto y compara, aunque no se ven todas)
Por cierto, se puede matar ciervos con escopeta con munición de bala, (con cartuchos es imposible) pero tiene que ser muy de cerca, y casi a tiro parado. Solo se usa en cortaderos o por los cazadores de siempre: el hombre sencillo que no va de montería y que tienen un presupuesto bastante más limitado que el perfil social del protagonista. Lo normal es que al protagonista lleno de pasta y relaciones sociales le hubieran prestado un rifle…si no es que lo tiene ya, porque ellos tienen de todo, por si acaso.
Del tópico de la lencería de seda…¿te paso catálogos para la documentación?
Por fortuna, muchos no hemos matado un ciervo en la vida y no distinguimos un arma de otra, ni un macho joven de un macho dominante.
Escopeta, rifle ¿qué más da?… Ariadna se cree que somos notarios, nadie ha debido nunca hablarle de las licencias poéticas. ( Ha reñido a Tímido Celador por no dar los títulos exactos de los libros de Pessoa que le han prestado. Aunque a Tímido Celador le regaña por sistema. Yo creo que está enamorada de él) Hay que salir más a la calle y relacionarse un poco más con seres humanoos de verdad, que si no, se corre peligro de convertirse en cazador de pajas en el ojo ajeno. Tanto calor y tanto internet no puede ser bueno.
Desde mi punto de vista- lego en la materia de matar seres vivos por placer- lo interesante del artículo es lo del FBR, y agradecería al autor que nos diera más información sobre ello si no es un delirio futurista de su imaginación.
No regaño, solo he hecho una observación. También alabo las cosas que me parecen que están bien, he empezado diciendolo en este comentario. Es verdad que con Tímido Celador soy más expresiva, pero para eso no hace falta estar enamorada. Me parece que mantiene o se permite un tono más coñón.
Para documentarse para un texto no hace falta cazar, ni asesinar ni haber estado en la cárcel, ni en un barco. Solo la voluntad de documentarse.
De todas maneras, si me excedido con el tono, pido disculpas y autorizo a borrar mis comentarios sin más. No está en mi ánimo ser tan chinche como finalmente he resultado ser.
Gracias por autorizarnos a borrar los comentarios, jejeje. Lo tuyo es de traca.
No pasa nada. Es sólo que tu comentario me ha recordado a esas mujeres que no dejan hablar a nadie, aquí dejo un ejemplo:
– El lunes estaba en el despacho cuando…
– ¡No era lunes, era martes!
– Vale, era martes. Estaba hablando con mi socio…
– ¡Socio, socio…! Sólo tiene el 20% de las acciones
– Eso, pues estaba hablando con mi socio minoritario cuando sonó el teléfono…
– El fijo, dilo claro, que el móvil siempre lo tienes apagado.
-… me llamaron al fijo desde la ambulancia, creo.
– No, te llamaron desde el hospital, que no te enteras de nada.
-… y me dijeron que toda mi familia había muerto.
– Toda tu familia no, que tu hija todavía está en la uvi entre la vida y la muerte.
(Nos encantan tus comentarios. Pero relájate, por los clavos de Cristo)