Todos hemos sido jóvenes.
Y en aquella época todos nos emborrachamos, todos sentimos alguna vez ese subidón de adrenalina que supone enfrentarse a la policía, gritarle a un madero, a las fuerzas del orden público, al brazo represor de la ley.
Hace veinte años, la plaza del Dos de Mayo era un nido de camellos, gente de mal vivir y chavalería en busca de emociones fuertes. Había jeringuillas y delincuentes por todas partes, y lo moderno entonces era moverte por allí como si toda aquella gente hubiera compartido alguna vez contigo la mesa.
¿Y la plaza de Chueca? Quien la ha visto y quien la ve. Tenía un amigo, Maca, que era uno de los camellos más serios de la zona. Había yonquies que le reservaban un banco en la plaza. Nos recuerdo, a los yonquies, a Maca y a mí, con mi carpeta del instituto, sentados en el respaldo del banco. Recuerdo el coche de la policía (entonces la plaza estaba infecta y no era peatonal), pasando por delante de nosotros y las miradas desafiantes que se cruzaban Maca y ellos. Entonces los jóvenes no se enfrentaban a la policía porque estaban muy ocupados metiéndose heroína.
No nos hagamos ilusiones, ahora se meten otras cosas.
Pero teníamos bares que abrían hasta las tantas, conciertos gratis, podíamos marcharnos de casa dando un portazo y ganarnos la vida de cualquier manera. Ahora no se pueden marchar antes de los 30, y encima necesitan muchísima pasta para salir porque todo es carísimo. Y aunque los pedagogos, los filósofos, los columnistas de la prensa, los puritanos, los razonables, la gente “normal” y los anuncios se empeñen en lo contrario, lo que te apetece a los 20 años es salir de juerga, desinhibirte, cogerte un buen pedo y comentarlo al día siguiente con los amigos.
Y veo los enfrentamientos de este fin de semana en el 2 de mayo. Y yo no quito ni pongo rey, pero me da la sensación de que menos pasta y más represión es mala combinación. Quizá habría que permitir que las marcas de alcohol, tabaco y demás se anunciaran en todas partes y pudieran patrocinar espacios, actividades, alternativas. Obligarnos a mantener la salud por decreto ley puede salirnos carísimo en mobiliario urbano, policía y descanso vecinal.
Por cierto, he intentado encontrar algún video bueno en la red sobre el evento. Y todos están en poder de los grandes medios de comunicación, según parece. Si tienes alguno, envíanoslo y lo colgaremos.
Por cierto, es extraño que, con tanta gente con móviles que hacen fotos y tantas cámaras, apenas haya imágenes en la red.
Fotografia en su contexto original:profeblog
0 respuestas a «Botellón»
No estoy muy seguro de defender el derecho a intoxicarse, el derecho al alcoholismo, el hacer algo porque no se puede hacer otra cosa. Yo creo que hay que hacer otra cosa. Creo que es una libertad que apresa. Como dice Houellbec, deberían estar reproduciendose.
jajajajajajaja
yo tambien le compraba al Macario, se compro un piso con lo que gano ….
pues espero que no conduzcas fumado 😉