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Hogar, dulce hogar

por Marisol Oviaño
Fotografía en contexto original: muñecas
hogarin_papa

Todos necesitamos un hogar al que regresar, me dijo el señor Latino para explicarme por qué sigue viviendo con su mujer aunque hace mucho que dejó de amarla.

El señor Feliz, padre de mi amigo Incorregible, llevaba años rezando para que su hijo encontrara una mujer que le hiciera “sentar la cabeza”. Incorregible, conquistador de las jovencitas más guapas, acabó casándose a los treinta y nueve con una divorciada del montón que sólo era cuatro años más joven que él y tenía dos hijos. El padre de Incorregible no cabía en sí de gozo el día de la boda, y cuando brindó conmigo a la salud de los recién casados, me dijo: A partir de los cuarenta, un hombre necesita una mujer permanentemente a su lado.

La experiencia me ha demostrado que ambos, el señor Latino y el señor Feliz estaban en lo cierto. Los hombres- a partir de cierta edad-, aunque echen pestes y culebrillas de las mujeres y el compromiso, en cuanto rompen su relación con una mujer corren a buscarse otra, se van a vivir con la primera que se cruza en su camino e incluso vuelven a cargarse de hijos. Y ni el amor ni el sexo tienen nada que ver con esto, sólo el miedo a la soledad.

Para los hombres, mujer es sinónimo de hogar.
Antiguamente, la mujer se encargaba del hogar y el hombre salía al mundo exterior para traer el sustento. Hoy, las mujeres podemos conseguir nuestro propio sustento y seguir siendo el hogar.

Ya no necesitamos un hombre para sentirnos como en casa en nuestra propia vida.

0 respuestas a «Hogar, dulce hogar»

Me gusta mucho el artículo, pero por favor, ruego todos los detalles de la foto y su contenido. ¿Está hecha por tí misma? no veo su origen, jamás había visto semejante cosa, ¡¡¡ «Hogarín» !!!. Ahora mismo busco por internet porque me ha dejado patidifusa de la impresión.
Si al final…¡voy a dar gracias a Dios porque las monjas de mi colegio eran infinitamente más modernas, autónomas, y avanzadas en cuestiones de género que semejantes juguetes y la mente retorcida que los creó! Ellas nunca lo harían…

Muchísimas gracias, ¡¡¡de los años 70 segun el blog del enlace!!! entonces ya no solo eran avanzadas las monjas de mi colegio, ¡mis padres eran unos revolucionarios! (solo que en algún momento con los años se les olvidó…)

«Hogar, Dulce Hogar».
He alquilado mi casa para poder pagar la hipoteca con caja madrid.
Mi pasado y mis recuerdos están empaquetados en un sótano. Los de mi hija, junto con sus juguetes, también. No tenemos coche. Nos acogió mi madre, la misma que nos echó el pasado viernes 31 de julio, por no sucumbir más a sus demencias represoras y groseras de salida reprimida, maltratadora reprimida ahora (aunque en mi brazo izquierdo están los moratones de los zarandeos del viernes, delante de mi hija).
«Mamá, por favor, vámonos a casita ya. Esto tampoco es bueno para mí». Y yo me trago mis lágrimas y le digo: «tranquila hijita, pronto nos iremos a una nueva casa. A un nuevo hogar. Hogar, dulce hogar».

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