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No hay palmeras en la ventilla, 11

por Juan Hoppichler
Fotografía en contexto original: Warnerbros
novia-cadaver

Charlie me dice que después del primer mes de relación con una chica comienza un cambio gradual del que casi no te das cuenta: pasas de ser el amante bandido a convertirte en su asistente social. Al principio Verónica era todo exuberancia y ternura; cariñosa a la par que complaciente, prometía ser una novia perfecta. Pero poco a poco descubrió en ella cierta melancolía, algo de mal genio, quizá era un tanto caprichosa… Finalmente, justo a las ocho semanas, la mascarada cayó y ya sin tapujos se mostró colérica, depresiva y demandadora voraz. Me explica que hay mañanas en las que ella se despierta y dice que querría estar muerta. O ante cualquier eventualidad que no le gusta empieza a romper cosas. Sólo habla de sus ex novios y vomita antes de acostarse para que la grasa no ocupe lugar en sus caderas mientras duerme.
Charlie está planteándose cancelar la boda. Hace un par de días se lo dijo y ella intentó suicidarse bebiendo lejía. Los médicos le han pedido a Charlie que sea comprensivo.
Esta mañana le he visto ojeroso y con un pulso de anciano.
-En la que me he metido, tío…
Al no saber que decir le he dado palmaditas en la espalda.

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