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General Lecciones de la vida

albedrío

por Marisol Oviaño
Fotografía: Popeye

destino

Durante los últimos tiempos- y lo que te rondaré morena- la supervivencia ha ocupado gran parte de mis días y me ha tenido más de una noche en vela.
Lo atestiguan las canas que han colonizado mi cabeza en un tiempo récord.
Me envejecen, cierto.
Pero son mis galones. No soy una niñita sin responsabilidades. Mejor que lo sepas antes de que te acerques a mí con intención de hacerme creer que puedes protegerme de algo.

He trabajado tantas horas que he aprendido a moverme sin ver las pelusas, la grasa de la cocina, la cordillera de ropa que se atrinchera en el cesto de la plancha. He dormido, el día que más, cinco o seis horas.
Lo atestiguan mis ojeras, que roban protagonismo a mis cada vez más ciegos ojos.
Me envejecen, cierto.
Pero es mi experiencia. Nadie me trae la comida a la cueva ni cuida de mis cachorros cuando salgo a cazar, en mi ausencia dependen de lo que yo les he enseñado. Mejor que lo sepas antes de que te acerques a mí exhibiendo tu dinero.

Vivo haciendo malabares en la cuerda floja, siempre trampeando.
Cuando me ato al timón en la tempestad, sé que podría estar abajo con los demás.
Pero no me quejo.
Me gusta estar aquí, envejeciendo a cada golpe de ola, luchando para llegar a puerto.
Gobernando mi destino.
Escribiendo.

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