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Dios aprieta, pero no ahoga

por pobrecito contribuyente

Esta mañana estaba a punto de meterme en la ducha cuando sonó un “mensa” en mi móvil.
Hacienda, que ya ha dado orden de que se ingresen lo que me deben.
Loado sea el cielo, al fin cobrará el casero el alquiler.
Aunque, el hecho de que Hacienda pueda mandarme “mensas”, irrumpir en mi tranquila existencia, me produce escalofríos.

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