Texto: Carmen K. Salmerón.
Foto: Manugón.
(Para 4 individuos de buen comer)
-1 bolsa de palitos de surimi (normalmente es de 400 grs.)
-1 vaso de los de agua lleno de trigo por comensal (preferentemente trigo integral).
-1 cebolla hermosa (para el sofrito).
-1 cebolla pequeña (para hervir entera con el trigo).
-1 pimiento verde tipo italiano.
-1 pimiento rojo.
-1/2 bote de asadillo de pimientos.
-1 tomate seco (puesto en remojo la noche anterior, en un vaso con agua y 1 chorrito de vermú rojo).
-1 ñora.
-1 vasito de vermú rojo.
-1 puñado de cominos.
-7 clavos de especia.
-1 hoja de laurel.
-aceite virgen extra.
-sal yodada.
-1 guindilla amarilla (de las mallorquinas). En su defecto, una cayena normal.
– 1 flor de vinca, 1 de cardo borriquero y otra de chumbera (si encontraras alguna dificultad para conseguir estos adornos ¡que no comeremos!, puedes decorar con los pétalos que tengas más a mano, ¡pero decora el plato!).
Este condumio consta de 2 partes. Por un lado guisamos el trigo. Lo habremos puesto en remojo la noche anterior, para que engorde. Lo lavamos, escurrimos y metemos en nuestra imprescindible olla exprés. Lo cubrimos tasamente con agua. Le propinamos un buen chorro de aceite de oliva virgen extra, los clavos, la cebolla pequeña dispuesta entera y el laurel. Tapamos. Una vez que la válvula gira enloquecida, ponemos el fuego al mínimo y dejamos 15’. Transcurrido ese tiempo, descompensamos la olla (o esperamos pacientemente o le aplicamos un buen chorro de agua fría, pero ¡ojo! Recordemos que el agua es un bien escaso), salamos al gusto sin pasarnos, removemos, escurrimos el trigo, le pasamos un chorrito de agua por encima, le apartamos la cebolla y lo reservamos.
Por otro lado, elaboramos una especie de sofrito. Yo, como siempre, aconsejo la perola de barro por el sabor que regala. Tú, apáñatelas como quieras.
Una vez cubierto discretamente el fondo de la perola con el aceite, dejamos que se caliente bien. Freímos a fuego vivo la ñora y la retiramos rápidamente. La llevamos al almirez, donde le esperan los 2 ajos pelados y troceados, los cominos y una pizca de sal. Majamos concienzudamente. El majado tiene que quedar como una papilla de color burdeos.
Reservamos.
En la misma perola, echamos la cebolla hermosa, que habremos cortado en tiras, lo mismo que el pimiento verde y el rojo. Dejamos sofreír a fuego lento. Cuando la cebolla empieza a tornarse invisible, añadir el majado, la cebolla hervida con el trigo, picada muy finita y la guindilla partida.
Subir el fuego.
Cuando empezamos a oler el majado, agregamos el tomate remojado, apenas escurrido y partido con las manos en 4 trozos.
Removemos todo con delicadeza.
Agregamos el vasito de vermú rojo.
Removemos otra vez y dejamos a fuego fuerte 2 ó 3 minutos.
Una vez que los vapores del vermú han desaparecido, bajamos el fuego, añadimos el asadillo de pimientos en tiras y los palitos de surimi.
Dejamos sofreír muy despacio unos 10’.
(Si fuera quedando la salsa muy espesa, se puede aclarar fácilmente y con mucho sabor. Para ello es necesario que reservemos un poco del agua y vermú donde ha estado remojándose toda la noche el tomate seco).
Antes de apagar el fuego probamos la salsa y ponemos sal si fuera necesario. No olvides que esta salsa es bien sabrosa, está pensada para que disfrute comiendo gente que tiene la tensión por las nubes o problemas coronarios. La intensidad de estos sabores hará que el comensal apenas eche de menos, si es que notara ausencia alguna, la sal.
Se sirve emplatando la mitad con el trigo y la otra mitad con la salsa.
Para finalizar y acabar de conquistar todos los sentidos, decoramos con los pétalos sugeridos.
Qué lo disfrutes y no olvides de contarnos tu experiencia.
PROPIEDADES
El trigo, bien sabemos todos, es una de las mayores fuentes de hidratos de carbono, también llamados azúcares de lenta absorción (tenerlo en cuenta, diabéticos del mundo, a la hora de suministrar la insulina). Este cereal es de los manjares más exquisitos, nutritivos y beneficiosos que podemos regalar a nuestro organismo: evita el estreñimiento, previene el cáncer de colón, el de mama (gracias a su alto contenido en fotisteroles, sustancia que neutraliza la acción de los estrógenos, esa hormona que alimenta impunemente, junto con la glucosa, las células cancerígenas). Además, es riquísimo en vitamina E (se encuentra en el germen), ya sabes, la vitamina de la juventud eterna.
En cuanto al surimi, producto japonés inventado ya en el siglo IX, he de decir que se trata de un concentrado molotov proteico. Pero proteínas de pescado, mucho más saludables y ventajosas que las animales. Mirar bien la letra pequeña, ya que algunos surimis llevan sal, otros azúcar, incluso huevo. Tengámoslo en cuenta para ajustar, si fuese necesario, la dieta. ¡Ah! Y es baratísimo, aprovechémonos de esto hasta que los fabricantes le suban el precio, que, a buen seguro, no será muy tarde, para pesar de nuestros bolsillos.