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¿Hay rebeldía hoy en un rock and roll?

Por Antonio Jesús Luna
marat sade animalario
MARAT-SADE
PETER WEISS
ANIMALARIO

La aparición a principio de los sesenta de Marat-Sade (en realidad, Persecución y asesinato de Jean Paul Marat representado por el grupo teatral del hospicio de Charenton bajo la dirección del Señor de Sade) tuvo un fuerte impacto teatral. En una década especialmente comprometida, Marat-Sade suponía un buen intento de unificar dos formas de entender la dramaturgia en el siglo XX: la eficacia intelectual y combativa de Brecht y la idea del teatro como fiesta irracional de Antonin Artaud. Peter Weiss llevaba a las tablas un debate dialéctico sobre la revolución, la libertad y la lucha social, mientras que la irracionalidad hacía acto de presencia ante el público con ese coro griego demencial que forman los enfermos del manicomio.
El argumento es bien conocido. Un grupo de pacientes de un manicomio representan la muerte del científico y activista de la revolución francesa Jean Paul Marat bajo la dirección escénica del marqués de Sade. En fin, teatro dentro del teatro.
Se cuenta que cuando Marsillach estrenó su Marat-Sade en el 68 el Ministerio de Cultura o alguna institución cercana compró todas las entradas el día del estreno para evitar que nadie pudiera ver la representación. Como no podía ser de otra manera, la medida multiplicó el interés del público. Si es cierto este dato, queda claro hasta qué punto tuvo repercusión el trabajo de Weiss.
Para esta versión, los actores dirigidos por Andrés Lima han llevado a cabo un proceso de investigación en el Sanatorio Esquerdo de Madrid y en la cárcel de mujeres de Alcalá, que cuenta con su propia compañía de teatro.
Sin embargo, más allá de está información, la cuestión es ver cómo se resuelve hoy día una pieza que supuso un shock hace cuatro décadas. Ver cómo Animalario actualiza la intensidad intelectual y beligerante de la obra y la hace igualmente intensa y subversiva al público madrileño en pleno 2007.
Al llegar al María Guerrero, predispone a favor encontrarse una escenografía definida por inmensas pilas de ropa: un escenario con una fuerte imagen de desecho y decadencia. Sin embargo, desde el primer momento los locos de Andrés Lima no transmiten la demencia intrépida de quienes pasarían a cuchillo a todo aquel que les niegue sus derechos políticos. Justamente la parte más artaudiana de Marat-Sade se muestra sin su lado desbocado y rabioso. Incluso se ve cierto acartonamiento en los movimientos de los actores: como si no hubiera una verdadera interacción entre ellos. Lima no ha sabido (o no ha querido) dar al montaje la intensidad trágica y furiosa que requiere el discurso de Weiss. De hecho, en algún momento, el texto y la interpretación provocan carcajadas en el público cuando desde luego esas risas no proceden. Por no hablar del tono panfletario de algunos pasajes que Animalario no ha trasladado a la sensibilidad política y social de 2007.
Al margen de los monólogos de Sade (hechos con vigor por Alberto San Juan), uno de los momentos más intensos de la obra es el rock and roll interpretado por una de las enfermas del manicomio. Hoy día un rock and roll es cualquier cosa menos rebelde. En pleno 2007 cualquier transgresión musical se encuentra en territorios más cercanos a la electrónica que a los tres acordes de un rock clásico. Sirva este dato como referencia para sintetizar un montaje lleno de buenas intenciones, pero que ni lograr someter la complejidad grandiosa de Peter Weiss ni hacerla contemporánea. Algo así como si todo lo que representa Marat-Sade desbordara la capacidad creativa de Animalario. Ni hay excitación política en el público al caer el telón ni se consigue despertar la rabia combativa en el patio de butacas. El Marat-Sade de Andrés Lima no actualiza a Peter Weiss, lo convierte en una pieza de museo.

http://cdn.mcu.es/imagenup.php?imag=obras/13_5&mtit=Marat-Sade

0 respuestas a «¿Hay rebeldía hoy en un rock and roll?»

Una gran crítica.
Tan honesta que no repara en lo principal: Animalario asciende al María Guerrero (después de todo, como en Afganistán no hay guerra, no hay por qué seguir protestando). Quítate tu para ponerme yo.
Por otra parte, el CDN apoya la dramaturgia española contemporánea «estrenando» una obra de un autor francés del siglo pasado. Pero qué más da.
Pásalo o algo.

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