por Marisol Oviaño
En estas ciberpáginas hemos tratado en varias ocasiones de acotar el término postliteratura. Yo misma me he devanado los sesos intentando hacer aproximaciones más o menos acertadas. Y hace un par de días me di cuenta de que tenía la respuesta ante mí y había sido incapaz de verla.
He dedicado mucho dinero y cuatro años de mi vida- y lo que te rondaré morena- al proyecto Seduciendo a dios. Queríamos averiguar hasta dónde podíamos llegar con un personaje de ficción que habitara en la Red. Gracias a la Comandante Inar de Solange, pude tener acceso a una manera diferente de hacer literatura: dando vida virtual a los personajes, dejándoles interactuar libremente con los lectores.
En mi vida como escritora- y en mi vida personal- ha habido un antes y un después de la Comandante.
Antes de Inar, necesitaba una estructura complicada y lenta para comunicarme con el lector y provocar alguna emoción en él. Tenía que inventar una trama, desarrollar un argumento, crear unos personajes y situarlos en un escenario. Los lectores se acercaban a lo que yo escribía sabiendo que sólo era una ficción, que los personajes eran sólo eso: personajes, y que había una autora tras ellos. Y si la cosa funcionaba, era yo quien recibía las felicitaciones. Desde que tenía la idea hasta que ésta llegaba al lector, podían pasar años. Y dependía además de editores, distribuidores, medios de comunicación y la perra suerte.
Internet permite, en primer lugar, no depender de nadie- excepto de los, ay, informáticos-, y en segundo, obtener una respuesta inmediata de los lectores. Pero la Red no es la única característica de lo que yo considero que es postliteratura. Ni la más importante.
Lo nuevo, amén de las cuestiones tecnológicas, es que el autor se diluye, el autor no importa, porque es el personaje el que habla con el lector sin intermediarios.
Lo comprobamos cuando Inar de Solange, personaje principal de Seduciendo a dios., comenzó a recibir correos de los lectores, en los que la pregunta más repetida es ¿existes? Lo compruebo cada día cuando algunos de los proscritos- cuyos nombres no desvelaré para no romper la magia- ponemos a nuestros personajes a hablar en el blog y los lectores les contestan como si fueran seres de carne y hueso. En ocasiones, esto resulta sumamente divertido: mis personajes masculinos tienen la virtud de enamoriscar a las mujeres, y las lectoras dejan encendidos comentarios creyendo que están dirigiéndose a un hombre. Los importantes son los personajes, no quién los ha creado. Al lector le da igual quién haya escrito el texto.
La postliteratura es una manera distinta de acercarse a los lectores, y no todos los escritores están preparados para ello, pues han de librarse en primer lugar, de la vanidad. Han de renunciar a escribir su nombre en todas partes, deben permanecer anónimos en la sombra y dejar que los focos iluminen sólo a sus creaciones.
Después de los aplausos, no habrá una legión de admiradores esperando que les firmes nada, porque nadie sabrá que tú eres el autor de la ficción que acaba de enamorarles. Y habrás de regresar, solo y en silencio, a la guarida en la que escribes.
0 respuestas a «Postliteratura, otra vez»
Muchas gracias por poner a nuestra disposición vuestros textos, soy una rendida fanática de los mismos, y de los personajes, por supuesto.
Por cierto, ¿os habeis planteado alguna vez que algun lector/a os escriba creando un personaje?
Claro, muchos lo hacen.
Voy a buscar quienes, ya he sospechado de alguno.
Benditos los postliteratos que renuncias a vuestros quince minutos de fama (o más), los que dan y punto, los que aman sin pedir nada a cambio….los que se liberaron de egos, espejos y reflejos, ay! bendita pandemia de desinterés que arrasara este mundo.
Crear y vivir en la piel de un personaje y, sin miedo y, a pesar de no ser escritor, escribirlo, y si encima es publicado, es una sensación indescriptible y, si encima, te leen…viva la postliteratura que permite a todo aquel atrevido, a atreverse y, atreverse más
Pienso que lo que importa realmente es la creación , el creador no tiene necesidad de hacerse notar si se desprende de su ego, porque no es «nadie» , es un producto de todo y de todos y no necesita mas aplauso que el suyo.
Es un privilegio irse de este mundo sabiendo como dejar algo, mejor si es interesante.
Se me está ocurriendo una tontería:
¿Os imaginais como hubiera evolucionado el » mundo del arte» si todas las obras hubiesen sido anonimas?, que lio!
Estas revista no deja de sorprenderme ni una sola vez. Tal es su calidad que cuando la veo me siento como el personaje del anuncio de Mercedes que es como un pez porque no tiene memoria. Cada vez que la leo me parece que es algo nuevo. Eso sí, hay que decir que la calidad de sus lectores está a la altura porque estos comentarios que directamente o no, implican renuncia del ego, son fantásticos.
Muchas gracias por tus palabras, José Ramón. Es un placer escribir para lectores (y escritores) tan agradecidos. Nuestra vanidad- semienjaulada- se alimenta de vuestros comentarios