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No hay palmeras en la ventilla, 4

por Juan Hoppichler
Fotografía en contexto original: sundaypaper
strippers

Marqués de Leganés no es más que una calle oscura que amanece oliendo a orín.
Pero allí era fácil conseguir hembras.

Cátulo dijo: No desees.
Cátulo no conoció a las stripers lituanas del Mogambo.

El Charli y yo fuimos allí durante un tiempo.
Descubrí el lugar cuando fui a buscar a Jara a la asociación ecologista que está al lado. El mundo de Jara era hermoso y sin dolor, y ella no comprendía mi cólera. Con sus compañeros de asociación formaba una secta buen rollista donde yo era el hereje. Los correligionarios me odiaban por mi cinismo y porque me tiraba a Jara y ellos no. Pero como odiar al que se tira a la amiga que finges no desear es poco hippie, lo enmascaraban con pullas sobre mi pelo o lo engolado de mi vocabulario.
Me asqueaba salir con ellos. Pero si quería verla tenía que aguantarme, ya que Jara, como todos los españoles de su edad, parecía no existir por sí misma. Se movía en mutas de media docena, siempre juntos, siempre alegres, siempre con ruido de fondo. La impostura me agotaba.
Una vez se lo dije.
-Jara, quedar con tantas personas es como no quedar con nadie, no se puede hablar de nada.
-Ya, pero son mi gente.
Debería de haberla dejado yo, pero el deseo y el miedo, acantonados e inexpugnables en mi polla, me paralizaban. Nunca sabes cuándo volverás a follar.

Tampoco me dio mucha opción. Una noche, en un after, desapareció con el encargado en puerta de golpear a moros y feos que intentan entrar en el local.
Al día siguiente busqué al Charli. Es un buen amigo. Es como una Ítaca móvil de cien kilos a la que siempre puedes volver con el rabo entre las piernas.
Le hablé del Mogambo y le pareció muy bien.
El Charli, que está cinco años más ajado que yo, decía que a él lo que le excitaba es pagar.
-A mí me viene una tía normal y me dice que le gusto, que nos acostemos y yo le digo que no, que le tengo que dar dinero, toma, así en mano y entonces sí.

Oficialmente las lituanas del Mogambo no son putas y no podíamos follar allí, pero sí fuera. El Charli se llevaba siempre a Verónica y yo a Karla. Entre ellas eran amigas también. Todas las semanas les invitábamos a cenar en el mesón gallego y luego íbamos al hotel que hacía esquina.

A Karla, acostarse conmigo, a diferencia de con otros, no le daba asco. Entendía mi sentido del humor y se reía bastante. También se preocupaba por mis problemas y a veces me usaba de chófer por Madrid.
Estaba contento con la rutina que teníamos: para los asiduos del Mogambo hacía las veces de una feliz vida normal.
Pero pronto dejé de tener dinero y todo se acabó.

0 respuestas a «No hay palmeras en la ventilla, 4»

Me encanta.
«Debería de haberla dejado yo, pero el deseo y el miedo, acantonados e inexpugnables en mi polla, me paralizaban. Nunca sabes cuándo volverás a follar.

Tampoco me dio mucha opción. …»

Este personaje de tío rumano es tan parecido en esta cuestión a los españoles… al menos no hizo a propósito algo para que ella le dejara, un recurso menos habitual que ese entre «peterpanes» con más de treinta años a sus espaldas, pero que toca las narices mucho más.
¿O no?

hola a todos, claro que ha dado en el clavo. Pero a mi me plantea la pregunta, para mí aterradora, (soy una mujer), ¿cuanto tiempo durará por inercia un tío en una relación? ¿hasta que se cruza otra tía que le guste más? ¿hasta que la otra se harte? ¿hasta que le provoque las ganas a la otra para que se harte?
¡Menudo papel dejas a las Jaras del mundo que querías conocer!

Ariadna ha tocado un punto caliente parece. Hay que reconocer que las mujeres son más inteligentes y también intuitivas en muchos aspectos; hasta para cazarlas al vuelo. Esto es «otra vuelta de tuerca al tema». Efectivamente, la frase implica claramente que se utiliza a la otra persona, lo que sin duda no es una relación de amor incondicional precisamente. Y esto no implica. Sin embargo, nadie ha dicho que el personaje sea el escritor ¿no? Los lectores a veces tendemos a interpretar como auto-biográficas las afirmaciones que se nos hacen, pero no tienen por qué. Aunque esta historia transmite tanto, con pocas palabras, que se nos hace difícil creer (por lo menos a mí y a Ariadna) que no hay una importante carga personal tras ella. Pero a saber…

Hola a todos, ¡¡ups!! demasiado ambigua ahora que leo mi frase «¡Menudo papel dejas a las Jaras del mundo que querías conocer!» después de lo que dice Jose Ramón pero no voy a intentar arreglarla porque estoy muy vaga.
¡Por cierto, reto a algun valiente que conteste a mis preguntas!

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