Por Marisol Oviaño
Fotografía: David Luna
Es raro
doloroso
incluso humillante
planificar los detalles,
dar tu paradero a gente que no se identifica,
o explicarle nuestra vida
a un desconocido de verde con pistola
y placa.
Te amé tanto.
Tus hijos tienen tanto de ti.
Ni tú ni yo
tenemos idea de lo que sufren
a diario
cuando se cruzan contigo
en la calle
y finges que no los ves.
Mientras yo recaliento esta tristeza
y nuestros hijos se pelean
por la consola,
tú llamas al camello.
Cargo mis pistolas de tinta
sin que me tiemble el pulso.