por Tímido Celador
Está enfrascado en la lectura de un libro muy grande que no había visto antes. Cuando me he acercado a recoger la bandeja del desayuno- hoy ha pedido que le suban las tres comidas y la merienda a su habitación- , he visto que estaba escrito en unos caracteres que me eran totalmente desconocidos.
Levanta la vista de la lectura, la cierra y me dice:
– Es sánscrito.
Estoy acostumbrado a que me lea el pensamiento. Quizá por eso no digo nada: sé que no será necesario formular las preguntas en voz alta.
– El Rig Vedá. Había olvidado que se lo regalé a Iris hace mucho tiempo, cuando ella empezaba su misión. Y ayer tuvo el detalle de traérmelo para que me haga compañía- dice acariciando el lomo del libro, que se ve antiguo y muy usado.
Estuve tan preocupado analizando las emociones encontradas que la Sacerdotisa había provocado en mí, que pensé que el maletín de piel tipo escolar de posguerra, estaría cargado de artilugios sexuales. En ningún momento se me había ocurrido pensar que llevara libros. Por supuesto, no tengo ni idea de qué es el sánscrito (¿un idioma indoeuropeo?), ni sé absolutamente nada sobre el Rig Vedá. Pero para eso están Google, la Wikipedia y Charlie.
Que recuperado de su gripe- resaca: como todos los lunes-, acaba de entrar a cambiar las sábanas y ha oído parte de lo que decimos.
– He visto el libro de visitas- dice a modo de saludo guiñando un ojo al Guru- Menuda fiestecita debieron montarse aquí ayer ¿eh?
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0 respuestas a «El guru y otras hierbas, 9»
cada día despierto siendo alguien distinto,por ello,no importa con quien me acosté ayer..