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crónica proscrita desde el magic kindom

por Miguel Pérez de Lema
walt

No es trivial ni frívolo ni una provocación decir que ayer estuve en la basílica de San Pedro de los Estados Unidos. No, no es el Capitolio donde estuve, es en el castillo de Blancanieves, epicentro del «reino mágico, el lugar donde los sueños se hacen realidad y donde todo el mundo tiene algo que celebrar”.

La madre de todos los parques temáticos. Un lugar de poder al que hay que peregrinar una vez en la vida. La catedral del consumo como forma de teología. El Vaticano del Pop Art.

Mientras esta gran nación se desangra por sus heridas internas, con tasas de paro salvajes en esos estados remotos (en las noticias hablan de la llegada de un convoy con ayuda humanitaria al pueblo con más paro del país), y quiebras diarias de bancos, veo los restaurantes y pequeños parques de la zona de ocio de Orlando desiertos (comes con diez personas en un restaurante para 300), la gente sigue haciendo un esfuerzo por llegar a los pies del castillo de Blancanieves y hacerse una foto junto a la estatua de bronce en la que el tío Walt y Mickey, cogidos de la mano, saludan al peregrino.

Es hermoso comprobar que sigue corriendo la sangre joven y sana por las venas de esta nación, y es reconfortante ver a esas parejas de piel rosácea, casi adolescentes, cargados con sus tres críos, dorados pececillos al sol de Florida. Ver cómo confían en la alianza de Dios con su patria y se lanzan a la vida con ganas de jugar. Nuestra idea de tener el primer hijo con 47 años y ponerle una mucama es la prueba de que estamos de más en el mundo, que vivimos un prórroga, pero nuestra energía vital está acabada.

Pero aquí, más allá de esta crisis, hay posibilidad de seguir creciendo, multiplicándose, ganando terreno a los manglares, al desierto, a las montañas, y al futuro.

El próximo año, espero visitar La Meca.

0 respuestas a «crónica proscrita desde el magic kindom»

» Y se lanzan a la vida con ganas de jugar»

Esto es, con ganas de crecer, de sufrir, de llorar, de reir, de caerse de levantarse, de volverse a caer, y de volver a levantarse, de tener miedo, de no tenerlo, de compartir, de conocer, de saber, de crear, de perdonar, de comprometerse, de respetar, de fallar, de follar, de acertar, de que te la den, y te la vuelvan a dar … pero a jugar!

Es este un pais, el nuestro, España, un pais insufrible. Hay tantas sensibilidades a punto de herir, que casi no te puedes mover, no se puede avanzar. Es un pais de descreidos, el pais de «por cojones» , de «a mi me vas a contar», de los que están devuelta de todo, de «y tu más» , de «deberias hacer esto o esto otro o esto no ó sí» , el pais de «la mejor defensa es un buen ataque» ó el de los complejos de todo tipo, del sentido del ridículo, del que dirán.

Mucha arrogancia, mucha soberbia, poquita humildad («cómo pudiste hacerme esto a mí, yo que te hubiera querido hasta el fin, se que te arrepentiras»).

Yo, yo, yo, yo, yo.

Y que no se te ocurra hablar de esperanza o de ilusión, de valores perdidos, de la importancia de las cosas sencillas, porque pensarán que hablas de religión.

Ay, así nos va!

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