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Poema 3 del libro «Desde la sombra»

por Javier García del Santo
Imagen en contexto original: cafehumanista
abismo.jpg

He tardado todo el tiempo necesario,
muchísimo tiempo,
y parece un caos.
Pero es la alegría de mi esfuerzo.
Yo soy el hombre nuevo ante el precipicio.
He seguido la palabra.
He seguido mi sueño.
He quemado las naves y, al mirar atrás,
sólo me veo a mí mismo.
Porque me habéis dejado sólo con mi obra,
sólo con mi acción,
sólo ante vuestra mentira.
Sólo merecéis que os abran la cabeza
para que os quiten los mocos del cerebro.
Sois los ladrones de un mundo que no es para vosotros.

Los hombres nuevos se unirán a mí
y yo me uniré a ellos.
La Vida me habló con palabras nuevas cuando nací
que ahora comprendo.
Casi olvidé los rostros de vuestra inmundicia
pero ahora los recuerdo,
y, ante el precipicio, veo que no existís.
Yo soy el amor, la divina presencia,
maestra controladora y siempre victoriosa.
Yo soy lo que te va a consumir.
El fuego del agua bendita que tu presagio teme.

Yo soy la risa, la victoria final,
el mundo nuevo y la edad de oro.
Estoy encima del ala de cuervo sobre el cuenco,
suspendido con los brazos abiertos como alas,
mirando lo que nunca cambia.
No soy fugitivo de nadie ni de nada.
Sé dónde estoy
y he aceptado mi esfuerzo.
Lloro de alegría y emoción, impertérrito,
y he sido bendecido con el martirio.
Estoy desnudo, no llevo armadura, mi corazón habla por mí
y mis ojos son la miel de los hombres buenos.
No escucho canciones inútiles
ni pierdo el tiempo.
He resucitado con el impacto de un rayo
y he vencido a mi enemigo.
Y toda mi obra es vuestra, valientes, y de los tiempos venideros.

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