por Robert Lozinski
En Soldados de Salamina Javier Cercas cuenta su conversación telefónica con Andrés Trapiello. A Cercas le había llamado la atención un pequeño detalle que diferenciaba dos versiones de un mismo relato sobre el fusilamiento de Rafael Sánchez Mazas. En la versión de Trapiello -cito de la novela- «al ver a Sánchez Mazas, el miliciano se encoge de hombros y luego se va. En cambio, en el relato de Rafael Sánchez Ferlosio, antes de irse, el miliciando se queda unos segundos mirándole a los ojos».
Después de unos segundos de silencio, Trapiello reconoce, con elegante gracia, que no sabe de dónde sacó lo del encogimiento de hombros, debió de parecerle más novelesco.
Cercas soluciona el viejo debate sobre la novela «cuánto es verdad y cuánto es mentira» con honestidad literaria convertida en truco literario. Usa sin miedo el yo porque revela su identidad desde el principio y ya no puede permitirse figuras de estilo – tales como un encogimiento de hombros- impropias para sus personajes reales.
Con falsos sufrimientos no se consiguen relatos verosímiles. Hace algunos años leí Relatos de Kolymá de Varlam Shalamov. Shalamov había pasado 14 años de su vida en un gulag soviético y escribió sus relatos un año o dos después de haber sido liberado. Escribió no para comprender nada, sino porque ya lo había comprendido todo. Había sufrido tanto que ya no le hacía falta imaginación para describir el sufrimiento. Quizás en eso consista la impotencia de los que escribimos en tiempos de paz y de abundancia: no tenemos nada que contar porque sufrimos poco.
Entre Cercas y Shalamov no es posible establecer ningún vínculo crítico. Son países, épocas y culturas distintas. Sin embargo ninguno de los dos se encoge de hombros inútilmente. Cercas no lo hace porque tiene honestidad literaria y Shalamov porque no lo necesita.
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Robert Lozinski es autor de La ruleta chechena
2 respuestas a «Honestidad literaria»
Cercas sería un excelente escritor… sólo con que supiera escribir y tuviera un gramo de imaginación. De momento, se queda en bostezo. Honesto, si quieres, pero bostezo.
¡Imaginación, imaginación, sí! El la rechaza, lo reconoce y sigue esta ruta. Pero el rechazo no es total, es sólo un juego, un truco para acabar el libro.