Proscritos tras la Noche en Blanco de Torrelodones

por Marisol Oviaño

Claudina, de la Asociación Empresarial de Torrelodones, me propuso que  Proscritos montara una carpa durante la Noche en Blanco. Y, le dije que sí sin dudarlo, aunque  no tenía muy claro cómo iba a aprovechar esa oportunidad.

En nuestro caso no basta con cargar y descargar libros. Tenemos una pequeña librería para mentes inquietas, sí. Pero la principal actividad de  Proscritos es dar servicio a las necesidades de las personas que escriben, tanto a las que tienen ambiciones literarias, como a las que lo hacen por terapia o entretenimiento. Analizamos y corregimos textos, preparamos informes de lectura, damos asesoramiento personalizado, impartimos talleres de escritura y organizamos sesiones literarias, cursos monográficos, excursiones poéticas, fiestas… No iba a ser fácil meter toda esa información bajo una carpa.

Por suerte, estaban los amigos. Cris, que fue una magnífica productora ejecutiva, Antonio de Room que  aportó ideas, cargó y descargó, José Páez de Esa Onda que se ocupó de la luminotecnia y mis hijos, que son la mejor tripulación que un capitán podría desear.

No vendimos ni un libro, sólo varios ejemplares de “Pequeña guía para escritores noveles, indecisos o frustrados” escritos por quien firma este artículo; pero estábamos allí para que nos vieran, y mucha gente se paró a  charlar, a escribir su palabra favorita o su frase para que la colgáramos en las cuerdas y a preguntar por nuestros cursos y servicios. A eso de las doce, cuando terminamos de meter todo en cajas, tuve la sensación de que había merecido la pena formar parte de la Noche en Blanco.

Y al día siguiente, cuando llegué a la trinchera proscrita y vi las cuerdas en las que todavía estaban enganchadas las palabras y frases que los torresanos habían escrito, pensé que sería una lástima tirar todo aquello. Y se me ocurrió volver a ponerlo parte de ello en la calle, para que todo el que pasara pudiera leerlo.  Casi todo el que pasa, se detiene a leer. Algunos, incluso, le hacen una foto. Quién sabe si todas esas palabras no habrán viajado ya de la Plaza de la Constitución a las redes sociales.

Gracias, amigos. Gracias, hijos. Gracias, Torrelodones.