Somos mi hijo y yo.
Es cualquier madre y cualquier hijo del mundo: la madre, mientras muere, todavía se preocupa de consolar a su cachorro y su última mirada es para él. Esa es la grandeza de la maternidad.
Que el conflicto entre israelíes y palestinos no nos haga perder de vista que esta escena se da todos los días en cualquiera de las muchas guerras que hay actualmente y de las que hubo en el pasado.
Me pregunto cuánto tardará el niño de las fotografías- y todos sus hermanos, seguro que no es hijo único- en ponerse el pañuelo verde Hamás en la frente.
También se pregunta el bueno de Fisk en este
reciente artículo por qué el árabe de la calle odia a Occidente, y en él rememora no una tragedia, sino varias, multitudinarias, reiteradas, premeditadas, evitables y no evitadas por el Tsahal o la IAF o sus aliados, tragedias lamentables todas.
He leído el artículo de Fisk. El otro día vi en un telediario que una madre palestina preguntaba al mundo musulmán cómo pueden seguir sentaditos en sus casas viendo la tragedia por la tele.
Los musulmanes odian a los occidentales, pero tampoco parecen estar dispuestos a echar una mano a sus propios hermanos.
¿Será posible que la policía occidental haya conseguido meter entre rejas a todos los muyahidines que al parecer amenazan su seguirdad? Si esto fuera cierto, Israel debería tomar nota y hacer la guerra al terrorismo desde las comisarías y los tribunales, no desde el Ejército.
Y mientras, los occidentales de a pie, seguiremos acudiendo a inútiles manifestaciones de protesta por los palestinos.
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Somos mi hijo y yo.
Es cualquier madre y cualquier hijo del mundo: la madre, mientras muere, todavía se preocupa de consolar a su cachorro y su última mirada es para él. Esa es la grandeza de la maternidad.
Que el conflicto entre israelíes y palestinos no nos haga perder de vista que esta escena se da todos los días en cualquiera de las muchas guerras que hay actualmente y de las que hubo en el pasado.
Me pregunto cuánto tardará el niño de las fotografías- y todos sus hermanos, seguro que no es hijo único- en ponerse el pañuelo verde Hamás en la frente.
También se pregunta el bueno de Fisk en este
reciente artículo por qué el árabe de la calle odia a Occidente, y en él rememora no una tragedia, sino varias, multitudinarias, reiteradas, premeditadas, evitables y no evitadas por el Tsahal o la IAF o sus aliados, tragedias lamentables todas.
He leído el artículo de Fisk. El otro día vi en un telediario que una madre palestina preguntaba al mundo musulmán cómo pueden seguir sentaditos en sus casas viendo la tragedia por la tele.
Los musulmanes odian a los occidentales, pero tampoco parecen estar dispuestos a echar una mano a sus propios hermanos.
¿Será posible que la policía occidental haya conseguido meter entre rejas a todos los muyahidines que al parecer amenazan su seguirdad? Si esto fuera cierto, Israel debería tomar nota y hacer la guerra al terrorismo desde las comisarías y los tribunales, no desde el Ejército.
Y mientras, los occidentales de a pie, seguiremos acudiendo a inútiles manifestaciones de protesta por los palestinos.