«El moderno buque de vapor avanza, por un mar tranquilo y ensombrecido, con un palpitante tremor de su armazón (…) con un ritmo machacón y denso en su progreso y el regular latido de su hélice, cuyo sonido augusto y laborioso se oye por la noche en la distancia como la marcha de un futuro inevitable. Pero, en medio de un temporal, la silenciosa maquinaria de un velero (cabos, palos, velamen) no sólo captaba la fuerza, sino la voz salvaje y exultante del alma del mundo».
«Las herramientas, igual que los hombres, deben ser tratadas con equidad para que muestren las virtudes que guardan en sí».
«¡Ver! ¡Ver! Ése es el anhelo del marinero, como lo es del resto de la ciega humanidad».
El espejo del mar
Joseph Conrad