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Vivir

por Marisol Oviaño

Algunas noches me siento frente al fuego cuando agoniza.
Poco a poco se me va enfriando la espalda.
Es el frío de la soledad.

Lo sentí cuando el primer hombre se alejó de mi espalda para vestirse.
Cuando el último me dijo: te amo.
Cuando la muerte me saludaba, un día sí y otro también, en los pasillos de los hospitales.
Cuando, después de trabajar, colgaba la guadaña y se sentaba a hablar conmigo porque le gustaba mi conversación.
Ella, pobre, no tiene con quien desahogarse.
Y yo sé escuchar.

Vuelvo a sentirlo cada vez que cambio el rumbo de la tripulación.
Cuando mato para dar de comer a mis cachorros.
Cuando te enseño a volar.
Cuando salgo a cubierta con una botella de ron
y grito mi nombre al viento.

Estaba allí cuando nací.
Cuando escribí mi primera palabra,
llegó la primera regla,
hice el primer prisionero.

Está ahí
cuando mi barco, la mar y yo
somos uno.

Está ahí
cuando mi corazón arde.
Mi muerte está siempre conmigo.

0 respuestas a «Vivir»

Bonito mensaje para el que no siente miedo a morir.
Es bueno saber que la parca te acompaña día y noche.
Ser consciente de ello nos hace disfrutar más del dia a día

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