Los más grandes

Miguel Pérez de Lema

Para confusión del gafapastismo y dolor de periféricos, vamos a hablar hoy aquí de deportes y de nuestra hermosa nación para decir que España ayer se llevó la Copa Davis de tenis contra Argentina, que es algo así como el mundial de este deporte, y que la palabra Spain, Spagna, Espagne, está hoy, de nuevo, en todos los medios del mundo junto al verbo ganar, en cualquiera de los mil idiomas de la humanidad.

Ojear la prensa argentina hoy puede sevirnos para levantar la cabeza y volver a creer un poco en nosotros mismos. Porque resulta que después de la que les han liado los Sánchez Vicario boys en su propia casa -con jugadores inferiores, y sin Nadal- los argentinos se han dedicado a elogiar el espíritu de unidad el equipo español. Y el afán. Y el instinto de superación ante la adversidad.

Sí. Parece que por ahí fuera tienen una imagen de España como una unidad, como un grupo disciplinado y orgulloso, solidario y humilde. Y al final nuestros chavales lloraban al levantar la ensaladera y se oía el chunda chunda en el Mar del Plata y los argentinos miraban al suelo, y se miraban entre ellos con recelo y nos admiraban. Che, qué lindo.

Los argentinos estaban tan seguros de la victoria que tenían preparados unos cañones llenos de papelitos blancos y celestes, para bombardear a los suyos en el momento de la gloria. Al final, los papelillos sirvieron de homenaje argentino a los triunfadores españoles. Es lo malo de la arrogancia, que suele dejarle a uno en ridículo más allá de lo necesario.

Sánchez Vicario presidente.