Miguel Pérez de Lema
Al pasar la barca me dijo el barquero, las niñas bonitas no pagan dinero…
Soy parte de ese grupo sociológico que siente repugnancia instintiva, superficial, estética, y total, ante las feministas. Pertenecer a una generación traumatizada por los reproches de beldades como Cristina Almeida, Carmen Sarmiento, o Lidia Falcón, ha dejado una cicatriz muy jodida en nosotros, yo al menos lo sé y lo digo, otros se medican o se visten de señora.
Las feministas estereotipadas y feas, con severas desgracias capilares -conocer a una mujer es conocer su relación con su pelo-, que se autoatribuyen el papel de guías hacia no se sabe donde del rebaño, siempre nos resultaron una especie de versión oscura de la monja ibérica, de la beata delatora del vecindario ante el Santo Oficio. Puede que en otras latitudes hayan disfrutado de feministas sofisticadas, femeninas y felinas, pero por estos pagos la feminista militante ha sido una damnificada genética y una borde imprtinente, con cara de rana, siete capas de ropa estropajosa, voz de reproche y modales de sindicalista.
De ahí que acabáramos pensando que las feministas de guardia, lo hacían, más que nada para compensar su fealdad. Así de ponzoñoso nos parece el fondo de esa actitud que niega al mundo una de sus fuerzas motrices, la de una chica guapa que se arregla y sale a la calle a tontear, a dejarse ver, a sonreír a los desconocidos, y a prestar coherencia a las reglas del Universo. La de una adolescente que se pasa una hora hablando con un muchacho por teléfono, y luego otra hora con otro, y una más con una cómplice para contárselo. La vida es eso. Y no mucho más que eso. Y estar en contra de eso es malo y tiene que venir de un lugar horrible, de una cárcel del alma, de la frustración más intensa posible. Imaginamos la adolescencia triste de una joven que se siente invisible ante los chicos, y que en lugar de descubrir los superpoderes femeninos decide imponer a la galaxia la tiranía de la fealdad, la rispidez y el hirsutismo. Conmigo que no cuenten. En general.
(En cuanto a cualquier cuestión sobre igualdad, aquí creemos, respetamos y defendemos los derechos constitucionales y humanos tan firmemente como cualquiera. Que nadie se confunda.)
http://youtu.be/XluboI2HCBg
4 respuestas a «Las guapas no pagan»
Hola, no hace falta ver el vídeo entero para comprender que no es cuestión de ser guapa o no, es cuestión de la actitud con la que la persona se relaciona con los otros. Y digo la persona, y no la mujer, porque haces la prueba del vídeo con un chico que actúe y se relacione con mujeres con una actitud y con otra…y puede salir más o menos los mismos resultados. ¿O nosotras no damos cigarrillos, invitamos a algo, prestamos apuntes, etc si nos entra un chico con la actitud adecuada? ¡¡¡ Descubriendo la pólvora!!!
Vas a conseguir que las feminazis me denuncien y nos cierren el chiringuitoooooooo.
Hay que distinguir entre las feministas que creen que las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres, y las feminazis que odian a los hombres y exigen que ellos hablen, sientan y actúen como mujeres.
La feminista fea y constantemente reivindicativa tipo Cristina Almeida me parece algo del pasado; te aseguro que mi hija y la tuya no van a dejar de arreglarse para salir por mucho que la Almeida se deje largas las verrugas. Personalmente no veo mucha diferencia entre ella y Cristóbal Montoro, por poner otro ejemplo de ser humano que aprovecha su parcelita de poder para vengarse de la dura adolescencia que debió pasar.
Es ley de vida que los feos quieran vengarse de los guapos . Yo no me preocuparía por las feministas feas. Pero si fuera hombre como tú, Miguel, me preocuparía de esas legiones de hombres jóvenes y feministas que para luchar contra el machismo mean sentados. Aunque comparten con sus parejas el desaliño indumentario y capilar, carecen de mala leche. Son almas tan cándidas sonrientes, buenrollistas y políticamente correctas, que se darán cuenta demasiado tarde de que han sido castrados.
Respecto al vídeo, es una memez. La versión guapa coquetea, la fea pregunta a bocajarro si puede conseguir algo gratis. No se trata tanto de que una sea guapa y otra fea, sino de que una es lista y sabe ponerse simpática y pizpireta, y la otra es tonta y antipática. Estoy de acuerdo con Ariadna en que sucedería lo mismo en caso de que el vídeo lo interpretara un hombre.
Yo hoy estaba en la cola del Día con la cesta llena, cuando ha llegado un guapo chico de veintitantos que sólo llevaba una cocacola en la mano, y sólo ha tenido que sonreírme para que le dijera “anda, si sólo llevas la cocacola, pasa delante”. Por guapo y simpático. Así es la vida.
Hombre, por Dios. No comparar la carabesugo de Lidia falcón con la bellísima persona que es Cristina almeida. La primera tiene pinta de señora de… y el apellido del marido. Señora que vive a cuerpo de rey con el sueldo abundante del susodicho y que va en todo terreno último modelo a la compra en el carreful. Señora con muy mala baba, acostumbrada a mandar y que la obedezcan sin rechistar. Con marido calzonazos que la engaña con la secretaria 30 años más joven donde ella lo sabe y consiente para mantener el status quo. Todo lo contrario que mi adorada Cristina, luchadora de izquierdas. Fea, si pero con dos cojones para comerse al que se lo diga a la cara. No la veo yo viviendo de un marido y si enfrentando cualquier injusticia que se le presente. Una duda ¿se puede ser de izquierdas y no ser feminista? y al contrario ¿Se puede ser un facha y no ser machista?
Pues eso es lo que quería contar, Marisol. Que la fealdad está en la actitud.La chica es la misma.