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El fútbol, esa escuela de la vida

por Marisol Oviaño
Fotografía en contexto original: Real Madrid

Mi cachorro entrena dos días a la semana y juega los sábados.
Su entrenador, Ángel, un chaval de veintipocos años que está como un queso, le somete a una disciplina de marines que yo agradezco. Cuanto más duro es el entrenamiento, más sonriente vuelve mi hijo a casa. Gracias al fútbol ha aprendido a estar en el banquillo, a sacrificarse y a trabajar por el equipo.

El Real Madrid es un miembro más de la familia. Hace unas semanas Alejandro cumplió quince años. No quiso molestarse en leer el mensa de felicitación que su padre- a quien hace años que no ve- le mandó a mi móvil. Y sin embargo, estuvo todo el día abriendo y cerrando la tarjeta que le había enviado “su” Club, para que la voz grabada de Raúl le felicitara y le agradeciera de nuevo su apoyo a la plantilla.

Mis hijos y su abuela- mi madre- van de vez en cuando al Bernabeu con sus bufandas, sus bocadillos, sus bocinas y una feliz ilusión dibujada en el rostro. Yo les espero a la salida de los partidos, quinientos metros más arriba del estadio, y por las caras de los cientos de personas que recorren la Castellana sé si “hemos” ganado o perdido. El otro día, cuando salieron de perder contra la Juve, mi madre me confesó que había tenido que contenerse para no tirarle de la coleta a la italiana que tenía sentada delante.

Mi cuñado- uno de esos antimadridistas que lo saben todo sobre el Real Madrid como si lo amaran- mantiene con mi hijo animadas discusiones sobre las alineaciones, las jugadas y las decisiones arbitrales, que están enseñando a mi retoño a argumentar. Alejandro no se pierde un programa de los Manolos (ese gol que el grupo Prisa me mete en mi propia casa) y anda a todas horas conectado al Marca y a la página oficial del equipo merengue.

El año pasado todo eran alegrías. Éste la cosa ha cambiado.

Al parecer, Pedja Mijatovic, ese tipo que da miedo a pesar de sus trajes de seda- o quizá precisamente por ellos- , es el responsable de que mi cachorro anduviera ayer cabizbajo y cariacontecido repitiéndose una y otra vez: qué vergüenza, qué vergüenza, estamos fuera de la Copa del Rey.

Y me explica, como si me fuera la vida en ello, que Bernardo- así llama a Schuster, de quien afirma que “ tras los partidos siempre dice lo contrario de lo que piensa”- lo lleva avisando desde hace meses: nos falta gente que corra por la banda. Pero que el idiota de Pedja Mijatovic metió la pata anunciando antes de tiempo el fichaje de Cristiano Ronaldo, provocando con ello la desbandada de varios jugadores blancos; y que ha cometido un error de bulto convenciendo a Ramón Calderón de que no necesitábamos fichar a nadie más. Y encima Guardiola parece haber hecho volver al Barça de entre los muertos.

Y yo me sonrío y agradezco a Pedja sus equivocaciones: no quiero que mi hijo esté siempre en el bando de los vencedores.

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Guardiola ha gastado 100 millones de euros porque Laporta no podía pasar otro año en blanco sin perder la silla. El Madrid, tras dos ligas seguidas, no está del todo claro que hay ido de verdad a por Ronaldo -con la pasta en la mano- porque las cosas están muy malitas en el mundo del fútbol y quizá ha hecho ver que andaba de compras con los bolsillos vacíos, que es lo que se hace cuando hay crisis y temes que vaya a peor.

Anoche se supo que el Liverpool está en quiebra total y no saben qué va a pasar. Y el patrocinador del Manchester es la quebrada aseguradora AIG.

A toda esta estrechez de plantilla, de presupuesto, y al fin de un ciclo, y a fichajes desastrosos como Robben, se suman los cambios en el reglamento de este año por los que no sólo se permitirá a Messi meter gol con la mano y escupir en la cara de los rivales sin sanción alguna, sino que el Madrid va a necesitar meter al menos dos goles para que le suban uno al marcador, como hemos ido viendo. Son muchas contingencias. Si tu hijo es oyente de la SER sabrá algo de cómo se promociona a un árbitro en función de sus reflejos condicionados y su historial delictivo.

Mi hijo también es un fanático de Paco y Manolo, y espera al viernes para entrenar como si le fuera la vida en ello. Lo malo es el madrugón de los sábados, pero qué le vamos a hacer.

Y lo de la copa es triste por un lado, pero muy hermoso por otro. ¡El Real Unión, 80 años después, vuelve a la copa!. Mientras no le toque el Barça puede darnos varias tardes de gloria.

Creo que el futbol como deporte, en su fase amateur, es una buena escuela que enseña los valores olímpicos. Pero queda poco de ellos en su fase profesional, como gran espectáculo de masas; a cambio, se prima y promociona la competencia a ultranza, el mercantilismo salvaje, el divismo de los llamados cracks (la mayoría incultos, vagos, narcisos y viciosos) la corrupción de los directivos y árbitros, el patrocinio de las grandes multinacionales esclavistas, la lacra de los hinchas ultras, el morbo de los medios de comunicación, el agravio comparativo entre los presupuestos de los grandes y los pequeños clubs, el dinero, el dinero y el dinero …
Durante el franquismo, habia cierto nivel de conciencia sobre el potencial alienante del futbol y su utilización por parte del régimen. Esta percepción se ha perdido, a pesar de que actualmente, en los informativos de prensa, radio y televisión, el futbol acapara espacios desmesurados. La gente entiende y habla mucho más de futbol que de política o economía(no digamos de arte) incluso en momentos como el actual. Como espectáculo también está sobredimensionado, ya que para presenciar algún minuto fulgurante, normalmente hay que soportar largos tiempos de tedio.
No voy a negar su efectividad como terapia colectiva frente a la frustración social, el desarraigo y la agresividad; es preferible gritar en el campo que vapulear a la parienta, por ejemplo. Pero esa misma energía sería mucho más saludable y útil para todos expresada en la calle contra la farsa de la cumbre de Whasington, en la manifestación del próximo sábado 15. Me temo no obstante que la asistencia no llenaría el Bernabeu.

Pudiendo estar de acuerdo con alguna de las cosas que nos comenta Antonio, creo que se ha dejado en el tintero una acusación importantísima completamente imputable al fútbol, que además de ser tan ultra, fascista, capitalista, corrupto, inmoral e incluso aburrido, y estar protagonizado por incultos ídolos de barro, es el responsable de crear ilusiones a millones y millones de personas a nivel planetario, y esto de hacer feliz a la gente, parece ser que es cosa de los poderes ocultos que tratan de alinearnos. Ya nos alertaba sabiamente Bill Shankly (Ex entrenador del Liverpool): “El fútbol no es una cuestión de vida o muerte, es mucho más que eso”. Estemos alerta pues.

La sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz . Proverbio escocés.

A propósito del clásico del fútbol español poco puedo decir: sinceramente no tengo preferencias por los hunos ni por los hotros. No sé de fútbol, ni de tácticas ni de resultados.

Por desgracia, uno no puede abstraerse de la vida. Las calles vacías me hacen sospechar que hoy se juega al fútbol. Los cohetes y petardos de los niños de 40 años y los Telediarios, Informativos, Noticias y Telenotícies lo corroboran.

El último patinazo futbolístico se produjo el sábado pasado. Andaba yo en una coctelería tomando unos Gin & Tonic cuando se me ocurrió decir: ‘mi jugador favorito del F.C. Barcelona es Ronaldiño’. Mi interlocutor, me miró exaltado y esputó: ‘Ronaldinho ya no juega en el Barça, es un gordo y es malísimo’. Yo, acojanao, y cauto le repliqué: ‘ al menos jugaba sonriendo’ . Él zanjó la conversación con un grave y cortante: ‘¡y a mí qué, coño!’

Ese día entendí por qué el futbol no va conmigo. Los Gin & Tonic los pagué yo.

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