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Volver a la tribu

por Marisol Oviaño
Fotografía en contexto original: flickr


Hace tiempo que venimos hablamos del asunto medio en broma.
Pero durante los últimos meses, conscientes de que vienen tiempos peores, hemos empezado a tratar el asunto con lápiz y papel, sumando niños, sumando adultos, sumando lo que pagamos de alquileres, sumando lo que nos cuesta vivir como está mandado: una familia, una casa.

Pero las familias ya no son lo que eran, los hombres no pueden mantener por sí solos a su mujer y sus hijos, muchas mujeres- como yo- sacan a sus hijos solas sin la ayuda de ningún hombre, muchos hombres se sienten solos y desplazados… Hay algo que no funciona. A mí no me gusta que mis hijos se críen sin un referente masculino, y, viendo lo que ha sucedido con su padre, quizá fuera mejor que ese referente no tuviera ninguna relación sentimental conmigo más allá de la pura amistad.

Y ayer, mientras nos calentábamos en mi chimenea, hicimos un hipotético reparto de papeles: a mí me tocaría cocinar para toda la tribu, mantener el fuego siempre encendido y contar historias que alimentaran el espíritu. Y podría seguir saliendo a cazar por libre siempre que quisiera.

Ninguna ley lo prohíbe.
Sólo el miedo impedirá que nos hagamos hippies pasados los cuarenta.

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