Miguel Pérez de Lema
Fue 2013 un toro muy bravo y muy resabiado, lleno de rencor, de malas ideas y malas actitudes, que consumió sus 365 días de vida buscándonos la femoral, pero ya está en la sala de despiece.
El año recién muerto tenía largos pitones de crisis interminable, y embestía con el brío de un aviso de desahucio, de una quiebra fraudulenta, de un alzamiento de bienes, de una sobredosis de farlopa en el jacuzzi de un burdel pagada con tarjeta del partido, y en sus ojos negros como el ojo del culo de satán se deslizaban sombras de divorcios por miseria, de traiciones sediciosas, de niños ateridos, funcionarios moscatel, princesas golfas, horteras en el maco, bancarios hijosdeputa, emigrantes hipster, y ancianitas sin dientes.
Era un toro español hasta el espanto. Era y ya no es. Y nosotros seguimos aquí, listos para jugarnos el tipo en el próximo encierro.
Que Dios reparta suerte.