por Marisol Oviaño
Decían que iba a hacer un frío polar.
Trabajo en casa y no tengo dinero para encender la calefacción. Además, la caldera se ha roto y estoy esperando que vengan a arreglarla.
Pero hoy no he tenido más frío de lo normal.
Cuando he salido a las dos a comprar el pan y un poco de leche, me he puesto la cazadora que uso cuando estamos a bajo a cero, esperando el aire cortante que viene del polo. Y me sobraba, habría bastado la americana de cuero.
Cuando el frío es polar, ni con abrigo de alta montaña, guantes, bufanda y gorro dejo de tiritar.
En el telediario de las 3 seguían hablando de las temperaturas polares que nos azotan.
A 29 de octubre, no es raro que en la sierra de Madrid haga 0º o menos.
Y sin embargo, a pesar de las anunciadas olas de frío polar que nos iban a congelar las pelotas, cuando voy a buscar a mi hija a baloncesto a las 21:00, la temperatura es de 5º. Nada que no pueda sobrellevarse con una insignificante cazadora. No es la primera vez que en la tele me dicen que paso más calor o más frío del que realmente paso.
Y de repente he pensado en todas esas personas que se van a las seis de la mañana de casa a trabajar a una oficina/tienda con calefacción, en su coche/autobús/tren con calefacción y no regresa hasta las nueve de las noche. Gente a la que la tele les tiene que decir el tiempo que hace.
¿Qué habrán hecho antes de salir a trabajar?
Subir el termostato de sus casas vacías.
Suma y sigue en la factura del gas, el gasoil o la compañía eléctrica.