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Familia General

preso en la cárcel y enfermo en la cama sabrás quién te ama

por Marisol Oviaño
Fotografía en contexto original: carcel

Su mujer lleva dos años en la cárcel.
Hace tres o cuatro, él me decía que ya no estaba enamorado de ella. Los hijos crecían y empezaban a hacer su vida, era cuestión de tiempo que también a ella se le cayese la venda del amor.

Un día le dijo que quería separarse de él y se fue a pasar una temporada a su país, del que habían emigrado ambos. Y, mira, casi es lo mejor para todos, me dijo él. Tres meses después, la detuvieron en Barajas con varios kilos de cocaína en una maleta.

Durante todo este tiempo, él ha estado yendo a la cárcel a visitarla. Al principio solo; después, con los hijos de ambos.

– Es la madre de mis hijos –decía con resignación-, aquí sólo me tiene a mí. Pero en cuanto salga, le ayudaré a buscarse un trabajo y una casa y adiós. Se acabó.

Hace unos meses me contó que estaba muy ilusionado con una novia, y apenas me habló de su mujer. Desde entonces no nos habíamos vuelto a ver.

– Este mes empieza a salir de permiso.
– Y ¿dónde va a ir?
– A casa.
– ¿A tu casa?
– Sí.
– Pero… ¿como marido y mujer?
– Sí.

Baja la mirada y se calla, como si esperara que yo fuera a regañarle por renunciar a la libertad. Pero sé que la libertad a ciertas edades no es tan bonita como la pintan, sobre todo si eres hombre. Es incómoda, fría y cara. En la libertad hay eco. Y si además es un fin y no un medio, puede resultar aburridísima.

– Pues me parece bien –le digo-, me alegro por todos vosotros.

Levanta la cabeza y, por el alivio de la sonrisa que me dedica, deduzco que lleva tiempo escuchando argumentos en contra.

– Me he dado cuenta de que no tengo ganas de empezar de nuevo –confiesa-. Y ella y yo llevamos mucho recorrido juntos, prefiero volver a intentarlo.

Él no es el hombre que era cuando ella se marchó. La mujer que saldrá de la cárcel de permiso tampoco es la que se marchó a su país pensando que a la vuelta sería soltera y rica. Y los hijos ¿qué pensarán los hijos?

No será fácil.
Pero empezar con alguien ajeno a la intensa historia familiar, sería todavía más difícil.
Si sobreviven a esto, serán indestructibles.

– Además -añade sonriente-, ya lo dijo la madre Teresa de Calcula: lo más importante es la familia.

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