por mujerabasedebien
Fotografía en contexto original: Fernando Ortega
Su gran envergadura y su fiero aspecto dan miedo.
Hay que verle manejar un cuchillo para partir una cebolla, y ¡qué cuchillos! Cualquier incauta podría pensar que ha pasado más de un invierno sobreviviendo gracias a su arrojo y a su destreza con las armas blancas, que ha matado hombres y cumplido misiones imposibles.
Pero yo tengo un aspecto tan fiero como el suyo, ya vaya con uniforme de faena o de primera comunión, y soy la primera en caer sobre la cubierta enemiga con un cuchillo entre los dientes. A la hora de saltar al abordaje nunca lo encuentro a mi lado, jamás le salpica la primera ni la última sangre.
Cuando llegamos a puerto, nos emborrachamos juntos en las tabernas y escucho en silencio, bebiendo lo mío, cómo conquista a las mujeres hablando de las hazañas que él ha vivido temblando de miedo en la bodega.
Mientras, yo dejo que cualquier hombre a quien mañana no recordaré rodeé con sus brazos mi cintura.
O me voy sola a dejar que el mar sea mi único dueño.
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Gracias por la cita. Un saludo