Por Pedro Lluch
Teresa Arellano fue la primera madrileña que me incitó a leer, hace años, a Pla. Estaba ella descubriéndolo con la lectura del Quadern gris y se sorprendió cuando le dije que yo no había leído prácticamente nada suyo (excepto un libro dedicado a los payeses, hacía muchos años). Pla no ha sido un autor muy presente en la cultura catalana de la Transición (en la cual me he educado) seguramente por haber sido un colaboracionista con la dictadura. A instancias suyas adquirí el libro cuya lectura me recomendaba; estuvo mucho tiempo acumulando polvo en las estanterías de casa.
Años después, durante un intercambio epistolar con Marisol Oviaño, volvió a asomar Pla. No recuerdo ya qué decía, pero me sorprendió que lo citara: de nuevo frente a mi tenía a una madrileña blandiendo a un autor catalán que yo apenas había leído.
Abrí el libro, tomo primero de sus obras completas, y leí un par de páginas. Y de bruces me di con una frase que me encandiló y me lanzó a una lectura apasionante de este autor. Hablando de un labriego del Ampurdán con dotes culinarias, dice de él que “lograba unos sofritos con una ondulación de matices casi caligráficos” (pág 404, 21-NOV-1919). Pegué un salto en la butaca y leí otra vez el pasaje; ¿de un sofrito, de un mero sofrito, puede escribirse así? Y seguí leyendo y leyendo como un perro de caza rastreando los recodos del texto buscando lindezas del muy rico estilo de este autor cuya gran motivación era escribir como hablaban aquellos con quienes se cruzaba en la calle (eso decía).
Al acabar la lectura del Quadern gris leí el prólogo a las obras completas a cargo de Joan Fuster: un pesadísimo ensayo cargado de marxismo cultural de mediados de los sesenta que provoca cierta risa hoy en día. Y me lancé a investigar quién era este Pla.
Hijo de una familia pudiente, estudió derecho en Barcelona (que son los años cuyo relato constituye el dietario del Quadern gris) y fue luego corresponsal por Europa para varios diarios barceloneses. Durante la Primera República también fue cronista parlamentario en Madrid y cuando estalló la guerra se exilió para volver luego con los vencedores y seguir ejerciendo el oficio de periodista. Y tras haber rondado el mundo se acabó retirando a su masía de Llofriu, huyendo del “mundanal ruido / como han hecho los sabios que en el mundo han sido”. Su obra es inmensa: 30.000 páginas. Y no practicó la ficción excepto un par de novelas.
Fue básicamente un cronista. En 1966, prologando La vida amarga, escribió: “No creo que el escritor tenga un mensaje personal exclusivo. (…) La primera obligación de un escritor es observar, relatar, manifestar la época en que vive”. Y así sus páginas dan cuenta de las vidas necias, disparatadas, entretenidas, aburridas, emocionantes de sus compañeros de pensión, de los vecinos, de los pescadores que miran el horizonte con miedo al mar, de los pasantes, de las criadas, de sus contertulios en casinos provincianos… En suma, a modo de Gran Hermano versión años veinte: relatos de la vida del común, de la gente de la calle.
También en este prólogo que cito es interesante reseñar cómo se declara un hombre errante, que, por dedicarse al periodismo, fue recorriendo mucho mundo y encontrando a mucha gente; esto le “llevó a catar muchas cocinas, a dormir en innumerables camas, a hablar con mucha gente”. Esta vocación de hombre que siempre se va, este su apego al terruño y su condición de burgués ilustrado hacen que su figura me sirva de espejo; y en su reflejo me deslumbro.
La lectura de Pla está alterando mi propia manera de ver el oficio de escritor. Una frase lapidaria de Marisol Oviaño en estas mismas pantallas Consejos para aprendices diciendo que uno debe escribir como sangra, no para ser querido, supuso, como el sofrito mencionado arriba, un sopetón. Era esta una verdad incómoda que me costaba reconocer, o, mejor dicho: que no quería aceptar.
0 respuestas a «La vida amarga, 1»
Gracias por lo que me toca. Te dije de Pla que era el rey del adjetivo.
Sigue sangrando, please.
Muy bueno, tron.
Como Marisol me tiene prohibidos los vídeos no he podido colgarlo, pero hay una entrevista DECISIVA a Pla en Google vídeos que todo el mundo debería ver.
¡Una hora y media!
Pertenece a la serie que dedicó Soler Serrano a grandes escritores, en el programa llamado «A fondo».
Al menos en esto de Pla, tron, seguimos teniendo el talento de estar de acuerdo.
Para los que lo vean: Atención a la explicación que da del tabaco de liar. Un monstruo.
Alucinante! Gracias por el video, Miguel. Yo lo he descargado entero desde este link que me han pasado: http://video.google.es/videoplay?docid=5397429802588120914 donde figuran los 80min enteros de la entrevista.
No tiene, en efecto, desperdicio.
Moltes gràcies!
Hola Pedro,
Creo que ultimamente tus escritos estan dando un giro hacia el mundo literario emocional electrizante. Parecen nacidos del alma para las almas de los lectores, y eso… eso se nota, porque siento una agradable inmensidad de sofritos caligráficos que me llegan al corazón.
Abrazos… y muchas gracias por el gran ser humano que llevas dentro.