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Accidente ferroviario en santiago de compostela

por Marisol Oviaño

Fotografía en contexto original: elmundo

Cuando escribo estas líneas, ya son 60 los muertos en el accidente ferroviario de Santiago de Compostela. Y probablemente serán más: todavía no han sacado a los pasajeros que iban en el vagón que ha quedado calcinado, y es previsible que muera alguno de los más de 130 heridos.

Dadas las fechas, supongo que el tren iría lleno de gente que empezaba o terminaba sus vacaciones. Estremece pensar que habría familias enteras y más niños de lo habitual que cualquier otro miércoles del año, “venga, estate quieto, que ya falta poco”. Ninguno de ellos sospechaba lo cerca que estaban de su destino, que no eran unos días de asueto, sino el descanso eterno.

Hoy han muerto muchas personas que, como tú y yo, tenía planes, proyectos y sueños que se han quedado para siempre en la curva de A Grandeira. A la muerte le importa tan poco nuestra agenda…

Me doy una vuelta por los medios y veo que somos un país completamente desquiciado: antes de saber lo que ha pasado, ya hay quien ve tras el accidente la larga mano de la corrupción; y los conspiranoicos ya hablan de atentado basándose en la extraña similitud entre el accidente en Francia un día de fiesta nacional –parece que todo apunta a sabotaje-, con el de Santiago de Compostela justo el día antes de Santiago, patrón de España. (No negaré que también yo lo he pensado, pero no es el momento).

Por fortuna, esta exaltación se ve compensada por las noticias de la mucha gente que ha acudido con mantas y agua a ayudar, de los vecinos que han estado llevando heridos a los hospitales y de las colas que se han organizado entre quienes han acudido a donar sangre. Todavía queda mucha gente de bien. Hoy no es día de buscar de culpables, sino de rezar –quien sepa- por los muertos, y mandar condolencias y ánimo a los heridos y los familiares de los difuntos.

Ya iremos de cacería mañana.

4 respuestas a «Accidente ferroviario en santiago de compostela»

Todos los días mueren en el planeta miles de personas, muchas de ellas en circunstancias trágicas, que no salen en los periódicos. ¿Por qué nos impresiona tanto este tipo de accidentes? (1) Porque han sucedido relativamente cerca. (2) Por lo tanto, es más probable que nos hubiera sucedido a nosotros. El atentado de las torres gemelas no sólo me conmovió tremendamente: me puso la piel de gallina, porque yo había estado en una de ellas sólo unos meses antes.

¿Y por qué nos preocupamos tanto por las causas de los accidentes? Porque, en el fondo, tenemos la ley del talión grabada en el hipotálamo: cuando un barco tuerce el rumbo de esa manera tan odiosa, alguien tiene que pagar. Los primeros días, las informaciones son casi siempre confusas, pero parece ser que la velocidad máxima en ese tramo eran 80 km/h y se dice que el tren iba mucho más aprisa. No es fácil creer que un maquinista se lance a tumba abierta llegando a una ciudad, en el cambio de vía AVE a vía convencional, a menos que se haya desvanecido o algo parecido.

Y no es fácil creer que un descarrilamiento parta un vagón en dos y genere llamas. No hay mucho que pueda arder en un vagón esencialmente metálico, y yo juraría que los AVEs son de tracción eléctrica. Pero todo es posible, y al final la única moraleja que cabe sacar de todo esto es que al que le toca, le toca.

Mientras escribo esto, el AVE en el que viajo avanza furiosamente a 300 km/h hacia Santiago de Compostela.

Bueno, supongo que hoy es el día más seguro para ir en tren: todos los maquinistas tendrán mucho cuidado.

Ayer leí en algún sitio que el tren era un Alvia y que estos funcionan de manera mixta: electricidad y gasoil, al parecer llevan bastante combustible y eso explicaría lo del incendio.

Ya son 77 los muertos. D.E.P.

Joder, pero si es un homicidio masivo. He visto un poco por la tele la movida y está todo el mundo acojonado con los sindicalistas, sale mucho uno muy feo con pendiente, controlando lo que se dice. Los de renfe y maquinistas tienen fama, un lobby más poderoso que la trilateral en este país ejemplar.

Pues lo que hay es que este cretino ha podido matar a todo el pasaje. En el único tramo en el que el sistema le permite tener el control de la máquina, para que vaya reduciendo la marcha y entre en la estación, se ha metido a 200 en una curva de 80, carallo!

No es tan difícil de entender.

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