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Apagón

por Marisol Oviaño
Fotografía en contexto original: felixtapia
apagon.jpg

La luz aquí se va con frecuencia, basta que llueva o amenace llover. Como sucedía en el pueblo de la sierra en el que veraneaba de niña.
Ahora tengo un alcalde que gana más que Zapatero- no llegamos a 20.000 habitantes-, unas factura de electricidad que me deja la cuenta vacía y la misma garantía que hace treinta años tenía mi madre de que no se le echaría a perder toda la comida congelada: ninguna.

Hoy se fue la luz en medio pueblo a las 20:55.
A las 21:05, todavía no había vuelto.
A las 21:15 encendí unas velas.
Nunca tardan tanto en parchear el problema. Me encantaría ver por un agujerito qué chapuza del ingenio español consigue que la antigua estación eléctrica no acabe de devolvernos a la Edad Media. Seguro que los electricistas de las compañías también son héroes anónimos que hacen milagros para que el mundo siga a flote, seguro que cada vez que hay apagón dicen: esto un día va a petar y ya verás…

La calle estaba solitaria y silenciosa, como si temiéramos que una manada de animales salvajes viniera a aprovechar nuestra debilidad de hombre sin ingenios modernos. Como si la oscuridad nos volviera vulnerables.
Mi hijo, que estaba en casa porque tenía fiebre, agradeció al Altísimo que su PSP tenga batería para seis horas.
Yo encendí una vela e intenté leer: misión imposible ¿cómo se las apañarían Cervantes y Shakespeare? Podía haber encendido más, pero me daba miedo derrocharlas por si la avería era gorda, como parecía (¿acaso no ha pasado en EEUU, en Barcelona?).

Si la luz no volvía, no podría leer.
Ni trabajar.
Ni ver la tele.
Ni oír la radio.
Ni navegar por Internet.
Ni llamar por el teléfono fijo.
Ni ducharme con agua caliente.
Ni cocinar.

Menos mal que sé encender un fuego.
Pero tampoco tenía leña, así que decidí llamar- con el móvil- a la compañía eléctrica, por no quedarme de brazos cruzados.
Una máquina me informó de que, efectivamente, había una avería.
Cuando colgué, volvió la luz.
Por todo el pueblo resonaron los aplausos y los vítores de quienes regresábamos del pasado.

0 respuestas a «Apagón»

Aquí también hubo apagón.
Y a la luz de unas velas…
esto se me ocurrió,
y aunque no venga a cuento
este cuento me llegó:

Hay luces que son como oscuridades
y negras oscuridades…
que como luces deslumbran verdades.

Hay risas que parecen llantos
y penosos llantos…
que llorando producen risas y cantos.

Hay lagos que parecen océanos
y densos océanos…
que caben como pequeñas lagunas en las manos.

Hay voces silenciosas que son estruendosas
y estruendosas voces…
que calladas suenan a taciturnas y chismosas.

Hay congruencias que parecen incongruentes
e incongruencias congruentes…
que ni siquiera son coherentes.

Hay lamentos que se posan en las entrañas
y extraños lamentos…
que se posan en la voz con profundo dolor.

Hay veces que se gana perdiendo
y otras que aún perdiendo…
tampoco se pierde…
ni se olvida olvidando…
ni se recuerda recordando…
y hasta algunas veces
ni amando se ama…
ni se ama amando.

Malditas esas veces
que pareces y no pareces…
que cuando hablas… callas
y cuando callas…
parece que estas hablando…
y no estás callando.

Hay luces que son como oscuridades
y negras oscuridades…
que como luces deslumbran verdades.

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