por mujerabasedebien
Fotografía en contexto original: shelleysky
La vida civil le está aportando una estabilidad sin la que se volvería loco. Tiene una mujer que le quiere, hijos a los que adora, un hogar al que regresar.
No le ha salido barato.
Ha tenido que renunciar a la guerra, enjaular a aquella fiera que complacía a las mujeres de dos en dos, y conformarse con las migajas de sexo que su mujer le concede una vez al mes.
– A lo mejor ahí está el secreto de la estabilidad –aventuro-, en follar poco.
– Pues probablemente –asiente apesadumbrado-. Pero tanta estabilidad va a acabar volviéndome loco –añade mirándome con ojos encendidos.
Su mirada despierta un viejo deseo de hace más de veinte años, cuando él y yo éramos jóvenes y luchábamos juntos cuerpo a cuerpo en la más dulce de las batallas. El mío todavía no ha olvidado aquellas formidables embestidas, ni la firmeza con la que me sometía. Puedo imaginar la asfixia que siente; la tortura que debe suponerle contener una y otra vez al animal que lleva dentro, tan parecido al que yo llevo de piel para afuera… Él conoce la soledad que conlleva la vida del ejército, sabe por dónde puede burlar mis defensas.
Pongo mi mano bajo la suya.
Quién sabe dónde estaremos mañana.