Categorías
EJÉRCITO DEL FUTURO General Literatura Seduciendo a dios

Palabras escogidas, 4

Extractos del libro Seduciendo a dios

Fotografía en contexto original: BBC
fumadores.jpg

En ocasiones me siento a fumarme un cigarro en algún banco de viejos. Y siempre ofrezco tabaco. Hablan de los que han muerto, hacen apuestas para ver quién será el siguiente.
Desean la muerte.
Y antes de regresar a sus casas correrán al bar de enfrente, urgidos por la próstata, y harán gárgaras con Coca-Cola, no les vaya a oler la nuera, la hija, la mujer, la hermana, el aliento a tabaco. Hombres a los que las mujeres no permiten quitar una última calada a la vida.
Cuando me miran las tetas, les sonrío.

Antes la vejez era más corta. Moríamos por menos motivo: una gripe, un mal aire. Antes, quienes llegaban a muy viejos eran considerados sabios, hoy cualquier idiota puede llegar a cumplir noventa años. La vejez, que debería ser un último y breve estadio del ser humano, pronto pasará a ser casi la mitad de nuestra vida.
Pronto sólo recordaremos haber sido viejos.
Enciendo un cigarrito y doy un trago a la cerveza

Saber más de Seduciendo a dios
Desde este enlace podéis descargaros el libro gratis o comprar un ejemplar físico.

0 respuestas a «Palabras escogidas, 4»

Mi abuelo murió de un octogenario avanzado en el banco de la plaza de su pueblo y a plena luz del día. Pero como siempre se quedaba durmiendo con la colilla apagada en la boca, nadie se dio cuenta de su óbito hasta que le echó en falta mi abuela a la hora de comer.
Era un anciano como los de antes, de esos que daban consejos aunque no te conocieran y a los que todo el mundo respetaba sin cuestionar.

Yo sé, que en el caso hipotético de que hubieses coincidido alguna con mi abuelo, él habría preferido pedirte un cigarrillo antes que mirarte las tetas, aunque y fiel a sus creencias, se hubiera escandalizado de ver a una mujer fumar, y seguro, te habría hecho una exhaustiva inspección visual de trasero y delantera como cuando miraba a un mulo antes de mercarlo.

Una vez me desveló su particular secreto sobre el tabaco.

-“Yo no me trago el humo, sólo quemo los cigarrillos por los mismos motivos que la vejez quema los minutos de mi vida… sin pausa ni causa, y para darle alguna justificación a la llegada sin retrasos de la muerte. Morir demasiado tarde tampoco es bueno”

Mi abuelo, dijo el médico, murió de viejo… a la hora y lugar que él eligió…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *