Miguel Pérez de Lema
Todas nuestras nobles aspiraciones de cambio, se estrellan contra la realidad.
Hemos visto en estos años de hundimiento y quinceemismo a muchos redentores, salvapatrias, perdonavidas, que nos han resultado tan insignificantes aquellos a los que pretenden sustituir, y aun menos preparados. Tienen un enorme malestar, -¡ y yo, y yo!- pero ni un sólo argumento para convencer, ni una propuesta para mejorar más allá de una vagas ideas gregarias y una actitud de niño egoista.
Estamos en la era de la pataleta.
Entonces ¿qué hacer, qué posibilidad de cambio hay?
Veamos esta escena triste, de desencuentro total vivida en la Universidad de Oviedo. Imposible encontrar nada positivo. En esto acaba el templo del saber, unos funcionarios que escurren el bulto y un energúmeno nihilsta con ganas de que alguien le de su parte del pastel.
Como cualquier niño contrariado, al final se aburre de gritar, le dan dos aplausos mongoloides -¿qué es lo que aplauden?-, los funcionarios se escurren a darse una merendilla, y luego nada.
Nada.
http://www.youtube.com/watch?v=9l9fcIzX2vo&feature=endscreen&NR=1