por Robert Lozinski
Fotografía en contexto original: dreamstime
En “El Padrino”, cuando Michael Corleone tiene que matar en el restaurante al poli corrupto y a un mafioso, uno del clan propuso ocultar el arma en el retrete, tras la cisterna; de esas antiguas, con cadenilla. La sala entonces estalló en carcajadas. Era por 1991 cuando en la Unión Soviética las pelis sobre mafiosos estaban muy de moda, sobre todo “El Padrino” y “Erase una vez en América”.
¿Pero porqué rieron todos los espectadores? Muy sencillo. En 1991 –recuerden que la acción de la saga de los Corleone se desarrolla en los años cuarenta del pasado siglo- todos los retretes soviéticos tenían cisterna y cadenilla.
El comunismo soviético nunca se preocupó por el confort de sus ciudadanos. El retrete soviético siempre fue maloliente, asqueroso y miserable. ¿Cagar dignamente? Qué broma. Se caga y punto. Cómo y dónde sea. Nos fueron acostumbrando a que vivir limpia y cómodamente era condenable. Residuos de la rancia burguesía que había que eliminar.
En el asqueroso y maloliente retrete de la facultad solíamos fumar en los recreos. Educados por un sistema con valores serios, no notábamos nada raro aunque el tufo nos hiciera tener lágrimas en los ojos. Y entonces un compañero de un curso inferior nos contó que la escuela de su pueblo carecía de baño. De hecho ninguna escuela de pueblo disponía de lavabo dentro del edificio y tampoco hoy, veinte años después de que aquello se viniera estrepitosamente abajo, las cosas han cambiado. Para hacer sus necesidades el alumno tenía que salir fuera, subir una colina suave y entrar en una casita de madera dividida en dos, por sexos.
Un día soleado y caluroso de finales de primavera, a un compañero, cuya madre trabajaba en la panadería, se le ocurrió traer de casa una bolsa enorme de levadura y tirarla toda sobre el montón de mierda que se había ido acumulando a lo largo de años y años de régimen comunista.
Con el calor aquello empezó a fermentar y, como había tanto, pronto empezó a salir por los agujeros por donde había entrado pero no poco a poco, sino de prisa y a borbotones. ¡La mierda había reventado! La ola se iba haciendo tan grande que la escuela corría el peligro de quedar anegada si no se amontonaban rápidamente tablones para detener su implacable avance.
Esto ocurría en 1984, dos años antes de que Gorbachov nos empezara a encandilar a todos con el cuento de Perestroika y Glasnosti.
Al compañero le bajaron la nota y nosotros nos reímos mucho con la historia.
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Robert Lozinski es autor de La ruleta chechena
9 respuestas a «Mierda con levadura»
Supongo que debe ser una de las consecuencias de que papá Estado se encargue de todo: al final nadie se encarga de nada y la casa sin barrer. ¿Comunismo = dejadez?
No lo creo. La Unión Soviética tenía la mejor red de metro del mundo, con alfombras y cuadros en las paredes. Lo de cagar, supongo que irá con las culturas, yo vengo de Marruecos donde lo normal es un agujero en el suelo y un cubo de agua en vez de papel. Comparado con los japoneses que tienen retretes con música y chorrito dirigido al ojal no hay color. Dejemos de meternos con papá Estado porque al final papá es lo único a lo que agarrarnos cuando no nos queda nada y además papás somos todos.
Se echa de ver que usted no estuvo nunca en un país soviético, don Pepe. Yo sí, en varios, y le explico: eran como Marruecos, pero con muchísima menos libertad. Comparado con Chernienko, Ceaucescu, Honecker, Tito, Castro y tantas otras bestias pardas de la isla del Dr. Moreau, el general Franco era un anarquista. Y no exagero ni un pelo, don Pepe.
Flipo contigo, Pepe.
Así que como la realidad no encaja con la ficción que te contaron, prefieres pensar que Robert – que lleva toda su vida cagando en la Unión Soviética- miente y que la verdad es lo que tú opinas desde Andalucía.
Ole y ole.
Pero bueno, ¿vosotros a quien queréis más? ¿A papá o a mamá?
laeditorialvirtual
…» existió un vínculo entre algunos banqueros internacionales y muchos revolucionarios, incluyendo a los bolcheviques. Estos caballeros banqueros — que aquí se identifican — tuvieron un interés financiero en, y estuvieron comprometidos con, el triunfo de la revolución bolchevique».
wikipedia antony sutton
Creo que desde que el mundo es mundo siempre se cago la misma mierda, aunque nos hayan querido convencer de que solo se diferencian por el olor.
En la URSS se daba la paradójica situación de que por el hombre, sin que este valiera nada, el estado se preocupaba mucho. Una especie de fechada que necesitaba el partido, Lenin, Stalin, Brejnev, el Politburó. Dostoyevski decía que sobre un estado lo dicen todo sus cárceles. Yo diría que los retretes. No creo que sea cuestión de culturas. Mi madre cuando viajó a Alemania en primer lugar alucinó ¿con qué creéis? Con los lavabos. Con la limpeza que allí había. Con los floreros por todos lados. El estado, si es listo, le debe enseñar al tontoculo de ciudadano cómo hay que vivir. Por eso hay diferencias tan grandes entre países. Mirad Holanda, por ejemplo, o Suiza, Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia.
Lavabos limpios y gratuitos debe haber en las esquinas de las calles, en los parques, no sólo en los cines, bares o supermercados. Limpieza y Policía Verde que ponga multas a los dueños de perros cagones, a los que escupen en medio de las aceras.
1. Lo importante es que Robert ha escrito una crónica cojonuda y que va a acabar siendo mejor que Chejov, merluzos.
2. Lo de juzgar un país por su higiene fecal es el tipo de agudeza de observación propia de un artista. Al respecto, en Estados Unidos lo primero que me llamó la atención fue que todos los hombres (supongo que las mujeres también) se lavan las manos después de mear.
3. He visto recientemente un reportaje sobre los sanitarios comunes de las infraviviendas chinas, pared con pared con las cocinas comunes, que dan muchas ganas de bendecir al padrecito Lenin.
¡Miegueeel está por Robeeert! Hasta un cenutrio como yo se daría cuen.
Jajajajajaja, mú güeno, picalagartos.