http://youtu.be/XPS-ygfFWCM
Miguel Pérez de Lema
Todo está podrido. El éxito es un crimen. Y a veces se demuestra.
Pero importa poco el castigo ejemplar, la desposesión de los 7 tours de Francia. El mensaje moral es que para vencer hay que hacer trampa, ser el campeón de las trampas. Aprendamos que los héroes son los mayores hijos de puta. Los más ladrones, los más mentirosos. Y que al final, los tramposos que les auparon y encubrieron y se enriquecieron a su sombra, les acaban traicionando a ellos también, cuando se cierra el círculo, cuando los vientos cambian, cuando el beneficio está en otra parte.
Pero el daño moral está hecho. No importa el castigo. Doparse para volar en bici, bombardear aldeas en cualquier desierto perdido de la mano de Dios, cobrar sumas incomprensibles por destruir empresas viables, hacerse rico ganando concursos amañados. Esto es una Olimpiada del mal y todos participamos en el cinismo de mirar para otro lado y ese es el verdadero escándalo, la suprema corrupción que nos condena a todos.
Sabíamos que todos esos éxitos no podían ser, que trabajando no se hace rico nadie, no tragábamos y nos repugnaba ver el triunfo amañado de los triunfadores, esas sonrisas perpetuas, ese recochineo. Y no nos consuela su cáida. Otros les sucederán.
Hoy es Lance Armstrong, mañana será Cebrián. Pero siempre hay más, y más, y más, y a nosotros ¿cuándo nos toca?
12 respuestas a «Armstrong, el hombre de nuestro tiempo»
A mi ya me ha tocado, yo ya estoy podrido y no precisamente de dinero.
La verdad es que la pregunta de ¿cuándo nos toca? es rara. Yo digo lo mismo que el anónimo anterior.
Se refiere al éxito.
Ah, compañero, el éxito.
Y eso ¿quién lo mide?
¿El tío que tiene un coche más pequeño el tuyo?
¿El éxito es la pasta?
Quizás hoy tu vida esté en el cénit, quizá mañana añores la vida que tienes ahora,
Y te habrás pasado el cénit de tu vida lloriqueando por lo que no tenías, sin disfrutar de lo que tienes.
Armstrong arriesgó, ganó unos años y ahora perdió.
Así es el juego, los héroes no existen.
El Cid era mercenario.
Shakespeare y Cervantes eran opiómanos.
Mira a Maradona.
Y seguro que hubo gente en su época que disfrutó de su vida. A pesar de ellos.
Lance no es un signo de los tiempos.
Es un ejemplo más de la naturaleza humana.
Lo de este ciclista ha sido un golpe fuerte. Es verdad.
Creo que su imagen de gran hombre moralmente digno ya estaba asentada y ha sido en este momento, cuando la mayor parte de los crímenes del código penal habrían prescrito, que el sistema organizado en torno al negocio deportivo profesional elige dejarle caer con un daño difícil de imaginar.
Daño para él mismo, su familia, su entorno y millones de personas en todo el mundo que admiraban su capacidad de superación que inclyó en su momento pasar un cáncer.
Si esto fuese una venganza es difícil imaginarla más cruel. ¿Qué vida le espera?
Creo que esto traerá más cola porque no es normal y, por lo publicado, ni siquiera hay pruebas químicas de lo que se le acusa.
Hacen falta otras motivaciones y muchos más datos deben hacerse públicos porque a lo mejor dentro de poco su figura se hace más grande de lo que fue. En fin, que también a mí me cuesta trabajo creerlo y aceptarlo.
De joven hice tres años de deporte semiprofesional.
Nada parecido a lo de hoy pero que un día de verano exigía 2 horas de entreno por la mañana y 3 por la tarde y luego venía la liga con un ritmo menor pero el desgaste de los partidos.
Una vez comenzaba la liga, a los dos meses yo perdía buena parte de mi energía y peso, hasta un 10% del peso de verano en pleno gasto energético por los entrenamientos.
Me di cuenta de que el deporte profesional es para superdotados y que yo no lo era. Lo dejé en cuarto de carrera. Afortunadamente.
El deporte, creo, es una de las actividades mejores y más formativas que existen. Individual y colectivamente. Física, moral y psicológicamente. Pero hay algo en el deporte profesional que no termino de compatibilizar con estas bondades y por eso hace mucho que no sigo estos eventos.
El otro tema que emerge es el «Star System» como icono de manipulación social. Este es otro de los artificios que se está derrumbando.
Nos sorprendemos de Armstrong pero aquí mismo medio país anda como papanatas tras el siguiente tipo de líder político.
1. Un manipulador profesional como Mas que tras hundir a su tierra (al igual que los anteriores) se ha montado una milonga estructurada para seguir chuleando emocionalmente a los catalanes –y a las catalanas–.
2. Un hombre sin rastro de vergüenza, el Sr. Zapatero, que en 2008 nos repetía que de crisis nada y que por favor más dinero para los promotores en plena campaña electoral.
3. Un perezoso (u otro que miente como un descosido) el Sr. Rajoy, que tras ocho años de oposición no sabía ni los números, ni las causas de lo que sucedía ni los diagnósticos ciertos, ni las soluciones que generen empleo salvo seguir pidiendo prestado y sumiso a los conglomerados supranacionales. Además hace lo contrario de lo que dice que va a hacer.
4. Unos cómplices de asesinos y extorsionadores profesionales que hoy, gracias a Zapatero y a un Constitucional politizado y obediente, gobiernan y controlan la Agencia Tributaria de Guipúzcoa. Los «Bildus». En paralelo continúa el éxodo de vascos porque el estado es incapaz de enfrentar un exilio de proporciones dantescas en Europa.
5. No sigo pero es evidente que «nosotros» somos el problema y ellos la consecuencia.
Por lo tanto, lo de Lance Armstrog ¿qué es a efectos simbólicos? ¿qué objetivo puede tener?
No se me ocurren muchos.
¿Salvar la respetabilidad del sistema? No es creíble.
El sistema ya está destrozado por los mismos que lo dirigen elegidos por nosotros.
Nos queda como opción pensar que quieren matar definitivamente la esperanza.
Vienen a decirnos. «Nosotros, la «casta», somos unos golfos, vale. Pero vosotros, además, sois gilipollas. Estáis mejor en nuestras manos»
Buenos días.
Con la información en tiempo real y en un mundo audiovisual, muy conectado, todo esto es normal. Siempre interesó la casquería, la pobredumbre, la caída del héroe, eso que hace que nos perdonemos nuestras bajezas. Armstrong es un tramposo, pero, como dice Miguel, peor me parece la complacencia, mirar para otro lado o, como decía Martin Luther King, el bondadoso silencio de los inocentes. No ocurre nada hoy que no haya ocurrido antes, mil y cien mil veces. Armstrong se diluirá en el olvido, como tantas otras historias de engaño. Esta es una historia de héroes y villanos, y hay un mundo de héroes cotidianos, de personas y proyectos que trabajan duro, luchan y tras la perseverancia y la determinación alcanzan el éxito. Lo que sucede es que no tienen ese punto de imposible que lo hace atractivo en los medios. Nos complacemos en el éxito al alcance de muy pocos (siete Tours) y nos regodeamos en su caída porque nos aproxima y nos hace iguales. A Armstrong que le den y a mirar más lo que hacemos cada día que ya es mucho.
Tengo algunas preguntas:
¿Porqué se consideran dopantes determinadas sustancias o productos y otros no?
¿Quien decide la legalidad o ilegalidad de un producto que mejora las posibilidades de un atleta? ¿Con qué criterio? ¿Hasta qué punto cuenta en ello la salud del deportista?
¿Es prioritaria su salud (física y mental) en toda la normativa de la alta competición?
¿Si yo tomo las mismas sustancias que Armstromg ganaré el próximo tour?
Yo sólo tengo respuesta para la última: no.
Me acabo de enterar de que tiene falso haste el nombre. Se llama Lance Edward Gunderson, el gachó. Ahora le empezarán a salir hijos putativos y criadas acosadas, como si lo viera.
Humano entre humanos… Como llevar un vestido cagado.
Vuelvo a disculparme con Anónimo por propiciar confusión al no anotar mi apellido.
Aclaro: la del vestido cagado soy yo.
Hablando de héroes populares, así se las gastaba el héroe del entretenimiento en la TV pública británica, Sir Jimmy.
Cuánta tela hay por cortar en esta historia y qué poco nos van a dejar saber:
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