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EJÉRCITO DEL FUTURO General

Visionarios

por Marisol Oviaño

Hace unas semanas, el hombre ecuánime me sugirió de manera imperativa que regalara un par de ejemplares de Seduciendo a dios a la biblioteca del pueblo, y yo obedecí como una niña buena.

Han pasado más de siete años desde que nos embarcamos en el proyecto de dar vida a la Comandante Inar de Solange. Pero todos los que participamos en ello, todavía nos estremecemos al recordar aquella sensación de estar haciendo algo nuevo, de estar adelantándonos a nuestro tiempo y, sobre todo, de estar experimentando el verdadero poder.

Lejos quedan ya aquellos días en los que Cris y yo pasábamos horas y horas chateando por el Messenger con cientos de personas que querían saber más de Inar, y hace mucho que las botas militares que nos calzábamos para salir a la calle a alegrarle el día a la gente, se cubren de polvo en el armario. A día de hoy, el hombre en la sombra y yo todavía no hemos amortizado lo que invertimos en aquella aventura editorial, aunque siempre supimos que quizá tardaríamos mucho tiempo en recoger los frutos de nuestro trabajo. Ahora la crisis me ha impuesto tozuda otras prioridades, como la de trabajar sin descanso para dar de comer a mis cachorros, he escrito tres o cuatro libros desde entonces (que saldrán próximamente a la venta en edición digital y espero que, no tardando mucho, también en papel), y sólo cuando me llaman para que dé alguna conferencia sobre Seduciendo a dios pienso en aquella etapa de literatura visionaria.

Pero desde que seguí la sugerencia de el hombre ecuánime, tengo la sensación de estar viviendo un déjàvu: todas las semanas se pasa por la trinchera proscrita algún agradecido parroquiano de la biblioteca para felicitarnos por el libro.
Y todos ellos quieren saber más.
Lo que entonces sólo era ciencia-ficción, parece haberse convertido en realidad.

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