por hijadecristalero
En Colmenarejo, una niña de la edad de mi hijo ha dado una salvaje paliza a otra mientras las amigas lo grababan con el teléfono móvil. Lo han colgado en Internet.
No creo que sea buena idea reproducir la “película” en los noticiarios: precisamente eso es lo que buscan, notoriedad. Mira tío, yo he salido en el telediario ¿te enteras?. En la pantalla se veía a una de las niñas dando patadas en la cabeza a otra sin descanso, pero lo más duro no eran las imágenes, sino las voces divertidas y felices de las otras, las testigos. Las que consentían, jaleaban y grababan, niñas también.
– Tía, la vas a matar.
– Pues que la mate.
– Ya, pero si sigue, la va a matar- volvía a decir como quien teme que la fiesta acabe demasiado pronto.
– Anda, pues que la mate.
Si dijera que mostraban la misma emoción que con un videojuego, mentiría: la consola debe excitarlas más, porque puedes tirarte horas y horas matando gente sin que nadie te castigue. Quizá alguna era consciente de la barbaridad que estaba teniendo lugar y no decía nada por miedo a verse excluida del grupo.
Yo me escandalizo, mi hijo se encoge de hombros, ni él ni sus amigos lo encuentran extraño. Como cuando mis padres se llevaban las manos a la cabeza cuando oían hablar de las cifras de chicas de mi edad que fumaban porros, y yo escondía los papelillos en el fondo del armario.
Cualquier cosa excitante puede convertirse en una droga, la violencia, con la sobredosis de poder que conlleva, también.
El hachís hay que comprarlo, fumar un porro cuesta dinero y hay que hacer propósito de ir a buscarlo.
La violencia, como el sexo, es gratis. Sólo tienes que buscar a alguien más débil y drogarte con su sufrimiento.
Probablemente todas las niñas – excepto la víctima- experimentaron unos niveles salvajes de subidón aquella noche.
Tal vez, además, hubieran bebido y consumido de todo. Quizá la violencia no fue una diversión de pobres, sino una búsqueda de emociones fuertes de niñas ricas y sobreestimuladas.
Me pregunto qué resaca habrán tenido al día siguiente.
Y espero no verme nunca en la situación de las madres: la de la agredida, la de la agresora y las de las animadoras.
0 respuestas a «Matonas»
He de decir, que no todos los adolescentes ven normal la actitud de esas jovenes.
Yo tengo 16 años, y encuentro esa situación tan grotesca como tú.
Realmente la televisión nos está haciendo mucho daño, nos está manipulando a su antojo.