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Que caiga la primera ficha del dominó ya, por favor

http://youtu.be/zwJIt8LqWFo

Miguel Pérez de Lema

En este vídeo de humor del año pasado, ya quedaba claro el diagnóstico de la inevitable quiebra en cadena de toda Europa, por el impago de sus deudas entrelazadas.

Algunos creen que el aplazamiento de la suspensión de pagos de los países que ya han quebrado (Grecia, Irlanda, Portugal, España, Italia) evita su contagio a todo el continente y el fin del euro y de Europa, y el desencadenamiento de un tsunami mundial de quiebras, suspensiones de pagos, y deudas locas.

Pero otros, desde el cálculo más simple y el sentido común, opinan que el aplazamiento de lo inevitable sólo puede hacer más dura la caída. Europa es un enfermo con una dolencia gravísima, al que no se ha diagnosticado correctamente ni se le ha dado el tratamiento adecuado. Así, hemos visto que se ha agravado su enfermedad y ésta puede que ya sea incurable cuando se quiera reaccionar. ¿Pero se quiere?

El asunto es que me parece que ya son pocas las personas con dedo y medio de frente que «creen» en las explicaciones oficiales. La inocencia es un lujo que muy pocos se pueden permitir en estos tiempos.

Me parece que ya existe una masa muy amplia y cualificada de personas que saben que todo lo que se está haciendo agrava más los problemas y crea más deuda y más pobreza y menos posibilidades de pagarla.

Ante esta evidencia matemática tenemos dos opciones: pensar que todo se debe a una incompetencia cósmica, de tonto de baba; o pensar lo contrario. Que todo esto está planificado para conducirnos sin remedio del punto A al punto B.

No oculto que yo pertenezco al grupo de los que creen estar viendo por el camino, desde hace tiempo, claras señales que indican el destino al punto B.

¿Y tú, cómo lo ves?

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Bola Extra
Un rayo de optimismo. El economista Jose Carlos Díez. Se le entiende todo, evita los tópicos, y trata de ir al fondo de las cosas. Y si está equivocado, como es es un show man, por lo menos te ríes.

6 respuestas a «Que caiga la primera ficha del dominó ya, por favor»

Pues ya que lo preguntas, te lo digo. Lo veo bien. Yo hace ya 7 largos meses que estoy en el paro y de momento sobrevivo bien con la paguita y con algunas ñapas de aquí y de allá. Me parece estupendo todo lo que está pasando; para resumir, creo que estamos asistiendo al fin del capitalismo obsceno y absurdo tal y como lo entendimos. Cuando nos hayamos comido la última paguita y ya desaparezca el suelo de nuestros pies, empezarán a pasar cosas. ¡Que alegría, joder! Por cierto Sánchez Gordillo es un puto héroe que pasa de las palabras a las acciones y cuanto más lo denigran más lo engrandecen. El que tenga hambre, que coma, el que tenga frío que se abrigue, el que no tenga casa que ocupe y así todo. Con este catecismo solo pierden los que tienen. Es posible que esto acabe en enfrentamientos graves, la historia se repite, hermanos contra hermanos y no es una metáfora, yo mismo tengo familia a los que en caso de conflicto los veré al otro lado de la trinchera, no importa al final.

El dominó va pa´’largo. Esa última ficha tardará en caer. En su lejanía ni siquiera le llega el sonido de las fichas que caen…

No, aun no asistimos al fin del capitalismo obsceno y absurdo. Quizá cambie y transforme lo que de él entendemos; el imperio continuará su vida hasta que caiga en poder de otros barbaros (eterna historia).

Sólo un proceso humanista sería el germen de un renacimiento. Me expreso en esos términos porque después de ver la ruidosa y pomposa ceremonia de oropel que cerro los juegos olímpicos, la sencillez republicana de Pericles, ficha caída hace muchos siglos, ni siquiera tambalea las que rinden culto a David Beckhan, (vacío por aquí y todo por allá) que por lo visto -ya lo visto en ropa interior-, ficha muy bien parada.

¿El final del capitalismo? Eso sucedió hace ya muuuchos años. Lo que se está hundiendo ahora es el Titanic del socialismo, anónimo camarada. Pero no hay que preocuparse. Cuando se acabe la comida en los supermercados, el Estado nos alimentará a todos con soylent green (para que lo entiendas: ful de Estambul, que es lo único que el Estado sabe hacer). Y todos los calendarios del mundo marcarán por fin la fecha fatídica: 1984. Pero a mí ya no me pillaréis, porque yo jamás he tenido reparo en hacer lo que a ti tanto te asusta: volar en lugar de enraizar; construir en lugar de fagocitar. Feliz plan quinquenal.

Muy español esto de discutir si son churras o son merinas, las ovejas: son ovejas muertas eso seguro.

Tiene razón Ricky en que el estado del bienestar (regalo de la guerra fría) ha implosionado y tienen razón los que dicen que el capitalismo ya no va.

Aunque estos últimos deben saber que es un cancer financiero (alimentado por la corrupción) lo que ha matado al capitalismo, no que el propio capitalismo sea un sistema que no funcione (lo ha hecho). Lo que ha quebrado es la ética que le servía de cimiento y sin eso nada, ni capitalismo ni socialismo, funcionan. Es el viejo asunto del bien y el mal, una cosa como muy out, como de película Disney.

Yo creo que cuando la guerra acabe, a los supervivientes que emerjan de sus refugios nucleares, les va a quedar un solar cojonudo.

Hay muertes que se anuncian prematuramente y puestos a hacer memoria vale recordar el Libro Rojo de Mao en el que, entre otros consejos patrióticos, nos dejó una flor sobre la que pasamos superficialmente.
Recordaba Mao a los cargos del partido que ante cualquier situación debían ser capaces de hacer evaluaciones cuantitativas que cayesen dentro de lo razonable. Y, añadía el gran timonel, que la cantidad es importante porque «al cambiar la cantidad de algo, también cambia su cualidad».
Con el mal llamado capitalismo ha sucedido lo mismo a pesar de que hay mucha gente interesada en que no se vea.
Por ejemplo.
El peso del estado ha pasado de ser alrededor de un 8%-10% a principios del S-XX a representar hoy algo más del 40% en USA y del 50% en Europa. Esto de ahora hace tiempo que los académicos lo conocen como Capitalismo de Estado. Uno de ellos es Harold James, Princeton. Es decir, un hombre del sistema.
Como hablar de “Free Trade”. ¿Libre?, por favor. ¿Y si no quiero? ¿Podría?

¿Es posible que este cambio no haya producido algo radicalmente diferente de lo que recordamos hace sólo 30 o 40 años? ¿Por qué se habla tan poco de algo de tanto calibre?

Solemos enredarnos en discusiones y a veces somos presa de posturas emocionales diseñadas para confundir y pastorear el voto instintivo mientras a nuestro alrededor todo ha cambiado de forma muy profunda. La metamorfosis es increíble y está pasando delante de nuestros ojos con una complejidad difícil de entrever y predecir.

A mi modo de ver, entre más notable de lo que salta a la vista es el cambio de proporción del estado y cómo éste ha caido en manos de una pequeña casta que, incapaz de manejar tamaña complejidad y desbordada, trabaja en primer lugar para su supervivencia. El resto del tiempo huye hacia adelante probablemente incapaces de imaginar lo que tienen entre manos.

Un buen ejercicio mental es identificar cambios. En pocos minutos nos encontraremos perdidos en un mar de conjeturas o impresionados por cosas que hoy nos resultan cotidianas y normales pero que en absoluto lo son.
Por ejemplo, nos parece normal que en un universo del que hemos barrido hasta la idea de Dios haya florecido un sustituto mucho más poderoso, el Estado, y con más derechos sobre nosotros de lo que nunca religión alguna alcanzó a soñar sobre sus fieles.
De vez en cuando dedico tiempo a tratar de entender lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Incluso desde disciplinas nuevas o que no domino con suficiencia. Quizás lo más simple es verlo desde la perspectiva económica. Incluso el subsistema financiero es fácilmente comprensible si se quiere entender. Por cierto que ha cambiado drásticamente tres veces durante el siglo XX, cuatro si incluimos una variante del “gold standard”.
Pero llega un momento en el cual cada «por qué» te obliga a salir de ese mundo y verlo como lo que es: un subconjunto del sistema político y social en el que vivimos.
Entonces es cuando hay que llevar al microscopio vacas sagradas como el sufragio universal, la conducta humana, la racional y la instintiva, el concepto de libertad, o el de justicia, solidaridad, confianza, o el fracaso largamente anunciado de nuestros modelos de acceso y ejercicio del poder. O lo nunca cuestionado: Los límites del poder. ¿Cuándo este se convierte en una barrera a la plena realización del ser humano? ¿Qué límites podemos exigirle desde la pequeñez de cada uno de nosotros?

Tiendo a coincidir con Miguel, Ricky y los Anónimos en que la cosa está chunga y que demasiado hay en juego para que la guerra no sea una opción plausible.

Entre otras cosas porque es una opción que da menos pereza y para los que ganen será la de mejor rendimiento marginal. Casi todo por casi nada.

Saludos

Yo siempre digo que en España se ha sustituido un Estado fuerte, pero mínimo, (pobre, enjuto y fibroso como era el propio biotipo ibérico), por un Estado inmenso, (millonario pero fofo, repulsivo, acaparador, como Jabba el hutt).
Otro día, Manu, tienes que estudiar el despiporre legislativo de la Democracia, esa máquina de legislar chorradas para justificar su existencia, que es la de sus sus profesionales.

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