Miguel Pérez de Lema
La autoparodia involuntaria es un género de fin de ciclo, un hallazgo de la justicia poética, una saludable risión. Hablando ayer con la Jefa de este Komando Suicida, paseábamos en torno a la idea de la falta definitiva de fuste -por gravísima que sea nuestra realidad- de nuestro país y de nuestro tiempo. De lo desvalorizada que está cualquier idea, cualquier icono, cualquier bandera, cualquier noble actitud, todo histrionismo. La cultura se va depositando como un polvo milenario sobre todo lo que hacemos, como un barniz de muñeco de cera, y nos desdice, y nos impide caer en la tentación de creer en nada absolutamente, de fanatizarnos, pero también de liberarnos. Llevamos un peso extraordinario en la conciencia, lo hemos visto todo, lo sabemos todo, y todo está gastado, deshilachado, somos un final de civilización con los bajos sucios como un disfraz tras una larga noche de carnaval. No habrá revolución porque sabemos que sería una cosa chusca. Y así con todo. Un tiempo chusco, una España chusca. Un mundo chusco. Este universo se nos revela ya como la obra de un Dios que plagia a Mariano Ozores.
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2 respuestas a «Autoparodia involuntaria»
Solo quería escribir unas palabras para felicitar a Miguel por el artículo. Es de lo mejor que he leido en algún tiempo. Lo dicho felicidades y a seguir bien
A mí lo de «Jefa de este Komando Suicida» me ha encantado.