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El punto de vista de los genios

Miguel Pérez de Lema

Esta observación de Louis Ferdinand Céline sobre el deseo de morir es absolutamente discutible, probablemente incluso reprobable, pero es la clase de observación que revela el punto de vista de un genio sobre la realidad. Quiero decir que este tipo de puntos de vista es lo único que me interesa de la literatura.

8 respuestas a «El punto de vista de los genios»

Es lo que los psicoanalistas llaman pulsión de muerte.
Está presente en todo: en los deportes de riesgo, en las grandes borracheras, las drogas, la pasión por la velocidad…

Es como si coincidiéramos en una visión apocalíptica del mundo y por ello nos parece genio quien así lo expone; pero ¿qué es este mundo en el vasto Cosmos, y qué la vida en el Tiempo?

No es un suicida quien conduce un vehículo a toda velocidad, es tan solo un idiota con una máquina de poder bajo su dominio. Lo mismo de siempre: la prepotencia que da el poder. Igual que los políticos, igual que el potencial comprador de cualquier tontería, igual que quien mantiene a otro, igual que un idiota policía, igual que cualquiera de nosotros con un mínimo de poder sobre algo.

Pero si, en realidad es un suicida. Es un ser débil. Débil al placer que produce el poder. El poder, la trampa más eficaz para mantener nuestro espíritu en esta pesadez.

Y son tantas las formas del poder, hasta la simple moderación de este blog.

Olvidé comentar que una razón por la que el mundo esta como esta es precisamente por esa ambiciòn de prolongar la vida y, en muchos casos, deseo de vida eterna.

En fin. No creo que sea tan genio…

El moderador del blog tiene el poder de moderar los comentarios cuando tiene un rato libre.
Anónimo II tiene el poder de no comentar nada.
¿Qué poder es más poderoso?

Totalmente de acuerdo en lo de que uno de los males es el de la vida eterna. Porque además, quienes suelen empeñarse en vivir una vida eterna son quienes ni hicieron, ni hacen, ni harán nada memorable.

El hecho de vivir ya implica inevitablemente morir, porque todo lo que vives lo estas muriendo.

Cada minuto que sumas a tu existencia, lo estás a su vez restando del tiempo que te queda por vivir.

No se por que, pero pienso a menudo acerca de la muerte y creo que de lo que tenemos miedo no es a la muerte en si, sino al después. Somos tan egocéntricos que no podemos simplemente asumir que nos morimos y ya está, que no pasa nada más, queremos ser especiales, elegidos por los dioses para ir a la sala VIP y participar del supremo cotarro. Hablamos del sentido de la vida, pero a lo que nos referimos es al sentido de la muerte, a nuestro epitafio, al que dirán, a qué pasará cuando ya no esté.

Personalmente, no me siento tan importante.

No me había dado cuenta de la ausencia de mi apellido en el comentario número 4. De tanto olvidarlo se va a tornar distinguido…

Aunque es mi deseo que así sea, disiento de Malkmus en considerar que simplemente morimos.

Implícito en nuestro ser hay un sentimiento que nos ata a cuanto nos rodea. Y algunas veces sucede que despertamos un instante y lo sentimos. Es un sentimiento inefable, como si el Universo tuviera un lenguaje que en extrema sensibilidad se interpreta, pero que al pretender transmitirlo debiéramos templar el tacto para entonar el fonema y centrar la razón para emitir una mera palabra. Colosal esfuerzo.

En ese instante converge el Tiempo, el Espacio y el protagonismo de la vida. Fluido continúo…

Un simple y llano instante eterno.

Ya lo dijo él, o uno de tantos él (no recuerdo), que el hecho de vivir es una probabilidad casi nula. Estas palabras emitidas por un físico nos asigna una condición de elegidos. Pero ¿elegidos de quién y por qué?

Bien sea que lo neguemos o que lo aceptemos, olvidarnos de Dios es imposible. Quienes promueven las religiones hacen lo posible para que NO lo olvidemos, pues si llegara a suceder que el concepto de Dios desapareciera, lo sentiríamos; situación que no conviene a los emporios que fueron construidos sobre tal falacia, ni conviene a sus herederos, ni conviene a sus continuadores (nosotros). Con todo y lo mal que vamos, estamos bien; al menos eso creemos por causa de la esperanza.

Como no tenemos una conexión real con el tiempo y con el espacio, nos deslumbra un pequeño tiempo y un pequeño espacio. Creo que Adam Smith debió llegar a esa concepción cuando formuló: <>

Me pregunto frecuentemente cual mi merecimiento o cual mi responsabilidad para sostener vida que recuerda, vida que percibe, vida que vislumbra; que comunica. Que la ciencia no haya develado (aun) el origen y el fin, no le resta importancia ni anula la pregunta al sentido de la vida. Quizás el sentido de la vida sea mantener viva esa pregunta. Quizá la respuesta a esa pregunta se resguarda en la dignidad, y la dignidad en la libertad, y la libertad en el respeto, y el respeto en… En una serie de palabras profundas y plenas de sentido que debemos volver a aprender.

Considero absolutamente relevante para el individuo como para la humanidad la percepción que del tiempo, del espacio y de la vida tiene cada quien. Porque en el tiempo que vive y en el espacio que habita basa sus valores, y son una gota que si la comunica hace un charco, y un arrollo, y es un rio, y es un mar, y es un océano, y es el Universo, y es mi vida moldeada por cada quien.

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