Por Adrián Herrador
Leí En busca de Klingsor, de Jorge Volpi, cuando salió.
Admiré su trabajo por la complejidad de la trama, de los personajes- reales en su mayoría-, de la documentación… Yo soy más de escribir con las vísceras, me gusta documentarme sobre el terreno, probar a los personajes en mi propia piel. Sería incapaz de hacer lo que hace Volpi, no tengo ese cerebro.
Porque leyendo a Volpi uno tiene la sensación de estar ante un escritor inteligente (te saltas muchas páginas de conversaciones científicas demasiado sesudas y optas por creerte el sustento teórico). Leyéndole casi se pueden oír los engranajes de su prodigiosa mente.
He acabado en estos días No será la tierra.
Leeré todas las novelas que vaya sacando Volpi, porque admiro esa capacidad que yo jamás tendría. Muy pocos escritores la tienen.
Pero, después de acabar esta obra, con la que he disfrutado mucho, he tenido la sensación de haber leído la obra de un disco duro. De un programa al que sólo hay que darle datos, una fórmula. Es una sensación. No intento sentar cátedra. Y ya digo, seguiré leyendo a Volpi.