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Plan de domingo

por Marisol Oviaño

El cielo tiene un color gris uniforme y luminiscente, y todo el pueblo está sumergido en un espeso silencio casi espiritual, como si la pesada nube que nos cubre ya nos hubiera obsequiado con una capa de nieve.

Dos grandes palomas descansan sobre la rama desnuda de un álamo que hay frente a mi ventana, aunque supongo que cuando empiece la nevada buscarán refugio en los abetos. Mi hijo mayor se fue a trabajar hace un rato, la pequeña duerme y el gato debe andar también durmiendo en algún rincón de la casa. Un té rojo me calienta el cuerpo.

Aunque me gustaría pasar la mañana escribiendo, tengo que planchar, pegar un barridito al salón, luchar contra el caos en mi dormitorio, y poner y tender una lavadora. El trabajo del ama de casa es como la piedra de Sísifo: cuando crees que has terminado, te toca volver a empezar. Yo puedo tomármelo con actitud zen, verlo como un acto de amor hacia mis hijos (que a su vez demuestran el suyo limpiando los baños o pasando la aspiradora), porque sólo le dedico unas horas a la semana. Pero limpiar la casa en un coñazo. Prefiero planchar.

A las dos sintonizaré mi programa favorito de jazz y haré la comida mientras me deleito con la música y saboreo una cerveza marca Día. Todavía no he pensado qué voy a hacer, algo calentito. Si las hormonas adolescentes lo permiten, comeremos en amor y compañía, echaremos unas risas y, tras los postres, encenderé la chimenea y me tumbaré en el sofá bajo la manta a ver alguna película, a leer o, simple y sencillamente, a seguir el baile de los copos tras el cristal.

A media tarde es muy probable que me dé por hacer un bizcocho y chocolate espesito, así me ahorro hacer cena y de paso nos salimos de nuestra rutina habitual: que se note en algo que es domingo.

Después, veremos juntos algún programa de humor o alguna película.
Y cuando todo el mundo se vaya a la cama, me sentaré a terminar el día de la misma manera que lo empecé: escribiendo.

Está a punto de caer el primer copo de nieve.

Una respuesta a «Plan de domingo»

Se dice que el cielo investiga las almas de los humanos, criaturas malévolas y extrañas cubierto por la ausencia del sonido de las nubes con descargas que estropean el animo, centellas de fuego lanzadas por los dioses tras ver sus almas cubiertas de hielo, tempestad de los tiempos sobre los cuerpos humanos.

Las palomas vuelan por los cielos en busca del amor sincero, se posaran las aves en el firmamento en espera de los corazones verdaderos y su vuelo se hará eterno, crecerá el amor en su corazones y las ramas del árbol sera frondoso, prodigio de frutos de la vid, gracioso manjar de las noches de crudo invierno, sus alas se abrirán para abrigar los cuerpos fusionados en uno solo de manera perfecta, calor correrá entre las paredes, sus almas se disiparan dando el descanso a su amor perdido, a su amor sagrado, refugio de ángeles tocaran clarines anunciando la llegada del paraíso.

Oh, el jazz y su armonioso sonido el cual nos lleva en brazos de atardeceres, hábitos, costumbres, escenas de amores, cálidos recuerdos del sentimiento, ambiente extraordinario viendo despertar las piedras con el eco de los vientos y notas animando el oído y despertando el cuerpo.-Chinca C. Salas R-

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