Las penurias económicas duelen más en vísperas de Reyes.
El resto del año casi resulta fácil: he escogido mi propio camino, y la perpetua zozobra es el precio a pagar.
Pero cuando voy a comprar los regalos para mis hijos con el puñadito de euros que he arañado del presupuesto mensual, me cago en mi estampa. Nada me gustaría más que poder poner bajo sus zapatos algo que compensara las fatiguitas cotidianas de mi circo.
Me encantaría poder agradecerles todo lo que me dan: nunca me han señalado con el dedo acusador, nunca me han echado en cara que antes de que nos pusiéramos en marcha vivíamos mejor, nunca se lamentan por el status perdido; y siempre están dispuestos a echar unas risas. Maestros de la adaptación, se han acostumbrado a ser los hijos de la escritora –Premio Nobel, me llaman- y a vivir en el alambre: cuando no hay, ni siquiera piden.
Se merecen unos buenos regalos.
Y en víspera de Reyes no me consuela pensar que el mejor regalo es el duro entrenamiento que están recibiendo.
De eso se darán cuenta cuando tengan mi edad.
Y a mí me gustaría comprar hoy algo que les emocionara mañana.
Pero este año no podrá ser, así es la vida en el circo.
Y además, ¿quién quiere robarle protagonismo a las abuelas y los tíos?
Felices Reyes a todos.
4 respuestas a «reyes magos:Default»
Lo único importante de los regalos es el amor con que se dan. Por eso los tuyos valen más que los de un jeque de Arabia Saudita, y eso es lo que pervivirá cuando tus regalos no sean ya más que un recuerdo remoto.
Eso no es verdad.
No sé, no sé, Miguel. Mis hijos celebran ahora un par de zapatillas de andar por casa mucho más que antes celebraban los regalazos de la época de las vacas gordas.
yo he visto reacciones en jóvenes como las de lo hijos de marisol, y de adultos, padres q reaccionan peor q el niño mas mimado de la tierra. Felices reyes con retraso