Miguel Pérez de Lema
¿Siente, qué se yo, Urdangarín, es un decir, dolor de España? ¿O las pajines, o los fabras, o las 1.000 familias de las sicavs -la mitad de ellas con título de nobleza-?
Pero es que acaso ¿queda alguien con dolor de España? ¿hay entre nosotros quien todavía «ame a España porque no le gusta»? Quien la ame con voluntad de mejorarla, de lavarle las heridas, que la ame aun sabiendo que quizá, ni se lo merezca. Quien la ame a pesar de todo.
¿Queda alguien?
Qué se yo.
A lo mejor no queda nadie a quien le duela España. Pero el dolor existe. Es imposible no ver sus heridas infectadas al sol, sus remiendos recosidos, su falso oropel, su interminable crueldad, su persecución del talento, su ejemplaridad inversa por la que el que más tiene es siempre el que menos pone, faltaría más.
Su estupidez culpable.
Sí, el dolor de España permanece, es el de siempre. Sólo que ahora, no queda nadie que quiera cargar con él. Ahora, somos así de modernos.
http://youtu.be/jfAnfnNfw4Y
2 respuestas a «Dolor de España»
España sólo les duele a quien no tiene nada más, me temo
España siempre ha estado más o menos enferma, entre resfriada y cirrótica de licor tribal. Por eso, la peña termina acostumbrándose, y ya ni se fija. Para empezar, el estrecho de Gibraltar debería tener 4000 km, y los Pirineos, 1000 m menos de altura. Pero haría falta también alguna otra medicina del espíritu que sería muy larga de formular, y no es sólo mercromina antiguerracivilista. Conocí una España mucho más querible en mi infancia, bajo el franquismo. No sé si era ésa la España que atraviesa la historia desde La Celestina hasta Tiempo de Silencio, pero la que me rodea ahora hace años que dejó de interesarme. Aquella España fascinante que bullía bajo la lúgubre sombra de Trento. ha pasado de ser una versión cómica de Disneyworld. Los italianos, al menos, son elegantes, y los griegos parieron a Diógenes. Aquí lo que tenemos es el Lazarillo.